Sicko fue rodado por Michael Moore antes de que los EEUU se precipitaran por el agujero negro de las “suprimes”. Se trataba de una crítica al modelo sanitario de los EEUU pero en cuyo trasfondo se adivinaba la responsabilidad del capitalismo americano, al menos en lo relativo a las compañías aseguradoras médicas y a su peso en los organismos representativos de los EEUU: en relación a sus beneficios, cabría decir que la carne de congresista se vende a buen precio. Sin embargo, aquella crítica solamente fue apreciada por los que sufrían las consecuencias directamente de la perversión del sistema médico norteamericano; el país, por lo demás, vivía momentos de euforia económica.
Al igual que en España, las “cifras macroeconómicas” sugerían que el PIB ascendía y que se estaba produciendo un período de crecimiento económico sin precedentes. Luego todo se derrumbó en apenas un trimestre: cuando Michel Moore rodó Capitalismo: una historia de amor, el país entero –salvo su élite económica- se precipitada por la pendiente de la crisis. El error de Moore, en los diez minutos finales, consistió en pensar que con Obama llegaba la solución y se restablecería un gobierno democrático.
¿LIBERALISMO Y DEMOCRACIA EQUIVALEN A CAPITALISMO?
El documental es estremecedor especialmente en lo que se refiere a las imágenes de Detroit, la ciudad de la General Motors que entró en quiebra en esos meses. Grandes y céntricos edificio completamente abandonados, superficies que en otro tiempo fueron zonas industriales, desérticas, barrios despoblados cubiertos de malas hierbas y, lo peor, de todo, una sociedad completamente desarticulada y destruida. Pero el documental no se concentra en Detroit, pasa revista a los efectos más perversos del capitalismo tal como se concebía en la primera década del milenio: como actividad especulativa especialmente centrada en la vivienda y en los “derivados”, eufemismo para llamar a determinados “productos financieros” que encubrían toxicidad y, sobre todo, dolor al contener bienes raíces expropiados.
El documental comienza con una comparación entre los aspectos más negativos del Imperio Roma y de los EEUU. Hay que entenderla: desde siempre, pero con mucha más intensidad en los años de George Bush al frente de la presidencia, se tendía a comparar la potencia de la Roma antigua con la de los EEUU. Se alardeaba incluso de que 250.000 fueron los legionarios que mantuvieron la Pax Romana distribuidos por todo el mundo civilizado del siglo I-III de nuestra era y que 250.000 eran los marines desplegados por todo el mundo. Los EEUU de principios del milenio pretendía ser el “nuevo imperio romano” y el “fin de la historia”, augurado por Francis Fukuyama era para muchos el nuevo anuncio de la “pax romana”. Moore nos dice: sí, la pretensión es cierta… especialmente por sus aspectos negativos.
Los “padres fundadores” de los EEUU que firmaron la Constitución, recuerda Moore, en ningún momento dijeron que el capitalismo debía ser el régimen económico de la nueva nación. En realidad, las concepciones de algunos de ellos, la de Ben Franklin por ejemplo, estaban más cerca de lo que hoy podríamos llamar “socialismo” que del capitalismo, nos recuerda Moore. Ahora bien, se daba por sentado en aquel momento que el Estado debía inhibirse lo más posible de la actividad económica en aras de la libertad de las fuerzas productivas. Eso fue, precisamente, lo que llevó al capitalismo norteamericano a crecer de manera más desmesurada y depredadora que cualquier otro capitalismo: en efecto, nunca –o casi nunca- tuvo el freno del Estado. De ahí que la sociedad de los EEUU fuera democrática en su concepción, pero sobre la voluntad popular, las grandes acumulaciones de capital terminaran imponiendo sus intereses sobre los del elector. ¿Podía esperarse otra cosa de la convivencia entre poder político y dinero cuando éste no tenía freno a su actividad depredadora y la vida política estaba sometida a un juego de pesos y contrapesos?
Moore opina que democracia es una cosa y capitalismo es otra. Es posible que lo sea a nivel conceptual, pero el capitalismo no es más que la aplicación de los principios liberales y el liberalismo sí que va acompañado desde su nacimiento de la exigencia de una organización democrática del Estado. Eso fue la Revolución Americana y eso fue, unos años después, la Revolución Francesa. La tesis de Moore, por tanto, no está tan clara.
CUANDO UNOS GANAN, OTROS PIERDEN
Más precisa es la observación que realiza Moore de que en el capitalismo cuando se producen ganancias para algunos elegidos, es que una gran mayoría de población está aportando las pérdidas. En este caso, mediante una serie de entrevistas a familias trabajadoras y a miembros de la clase media que estaban en esos momentos sufriendo desahucios, Moore establece una primera conclusión válida: pagan los que dependen de sus salarios. A ellos va a parar la mayor carga fiscal, son ellos los que, ante una pequeña alteración de los tipos de interés, no pueden pagar los créditos hipotecarios que los propios bancos les han inducido a contraer. Y en esta materia es difícil conceder presunción de inocencia a la banca: ha utilizado procedimientos mafiosos para apropiarse de las propiedades y del producto del trabajo de otros.
¿Y el destino de los impuestos? Moore recuerda la pobreza de las infraestructuras en EEUU, lo obsoleto de los servicios públicos y el hecho de que los años “gloriosos” el capitalismo industrial norteamericano coincidieron con los de la segunda postguerra. En efecto, los competidores de EEUU en materia industrial (especialmente, Alemania y Japón) habían sido reducidos a cenizas. EEUU era en 1945 la única potencia con capacidad de producción de vehículos. Fueron los años dorados de la General Motors. También fue la época del sueño americano: casa propia, cambiar de vehículo cada tres años, llevar a los hijos a buenas universidades, darse el gustazo de un viaje, ahorro para el futuro… Todo eso quedó demolido por la rapacidad de la banca y el servilismo del Estado: a partir de los 60, el dinero recaudado especialmente entre la clase media ya no fue utilizado para mejorar servicios e infraestructuras, sino para mayor gloria del complejo militar industrial y, a partir de la crisis de 2007, para salvar a la banca.
Moore muestra el cambio en la perspectiva de los “negocios” en EEUU: ya no se trataba de que la sociedad fuera cada vez más feliz sino de que el dinero público fuera a parar a negocios especulativos o de carácter mafioso: reformatorios dependientes de empresas que recibían riadas de jóvenes condenados por los “delitos” que en Europa no pasarían de ser una travesura, condenados por jueces que cobraban comisiones por sus sustancias; financieras que utilizaban intereses usureros y “flexibles” para expropiar a ciudadanos que habían contratado hipotecas en momentos de crecimiento y bajos tipos de intereses. Y sobre todo 700.000 millones utilizados para salvar a grandes bancos al borde de la quiebra.
Y esta segunda conclusión a la que llega Moore si es válida: “El capitalismo ha derrotado a la democracia”. Algunos senadores y congresistas le ayudan a establecer un corolario: “Wall Street es un casino demente y enloquecido”.
EL GRAN ERROR FINAL: CREER QUE OBAMA CAMBIARIA ALGO
El documental es extremadamente descarnado en lo que se refiere a la actividad depredadora del capitalismo norteamericano y eso es lo que debemos retener como conclusión cuando aparezcan los títulos de crédito. Hay en él, los habituales giros irónicos que suele utilizar Moore como recurso para cambiar el ritmo de sus documentales: rodear a las centrales de los principales bancos de las consabidas bandas amarillas: “Escena de un crimen – prohibido el paso” o recorrer esas mismas sedes financieras con un furgón blindado proponiendo que devolvieran lo que el Estado les había entregado. Porque, en efecto, el dinero de los contribuyentes fue utilizado para salvar a Goldman-Sachs de la quiebra y para rescatar a las dos grandes hipotecarias, Fanny Mae y Freddy Mac, de la liquidación.
La mirada que pasa Moore a todos estos aspectos del capitalismo norteamericano es convincente. Las cosas han ocurrido exactamente como él dice y no solamente en los EEUU, sino también en Europa. Olvida decir que el capitalismo hoy no está ligado a una nación concreta: es global, lo mismo que ocurre en EEUU, ocurre en China o en Europa. No hay diferencias sustanciales, quizás tan solo matices de intensidad y cinismo. Pero Moore se vuelve a equivocar de nuevo cuando afirma que la “democracia” es la solución. El documental está filmado a poco de que Barak Obama fuera elegido presidente de los EEUU. En lugar de presentar a Obama como lo que era, una mera construcción propagandística que hizo que algún incauto pensara que iba a ser el “nuevo Kennedy”, lo presenta como el redentor, el “hombre del pueblo”, votado por el “pueblo” y que rescatará al “pueblo”… ¿Piensa lo mismo de Donald Trump, elegido por ese mismo “pueblo” decepcionado por ocho años de un gobierno que le prometió todo y que no ha cambiado ni un ápice las reglas del juego?
DOCUMENTAL PARA LLEGAR AL FONDO DEL CAPITALISMO
A pesar de los fallos que hemos podido enumerar de manera no exhaustiva, Capitalismo: una historia de amor es un documental que vale la pena ver lo antes posible. Interesará a los que no se conformen con conceptos vagos: ¿capitalismo? ¿Qué es el capitalismo a principios del tercer milenio? ¿Qué responsabilidad tuvo en la crisis de 2007? ¿Cuáles son sus rasgos esenciales aquí y ahora? Las dos horas de proyección, dan respuestas precisas. Moore no nos exige que estemos de acuerdo con todas sus tesis. Nos pide, simplemente, atención.
Gustará a los críticos con la sociedad capitalista y a los que buscan respuestas de cómo estamos inmersos en una gigantesca crisis económica desde el año 2007-8. Un norteamericano denunciando las perversidades de su gobierno en connivencia con la alta finanza, no es muy habitual que digamos: gustará a los que deseen una panorámica de la sociedad norteamericana. El documental es ágil, en ningún momento reiterativo, a pesar de la densidad de los temas tratados no cae en la complicación, es lineal y ameno. Es, casi estaríamos tentados de decir, la “película” sobre nuestro tiempo.
FICHA:
Título original: Capitalismo: A love story.
Título en España: Capitalismo: una historia de amor.
Duración episodio: 127 minutos
Año: 2009
Temática: Una denuncia al capitalismo norteamericano, depredador y tóxico, en los peores momentos de la crisis iniciada en 2007.
Género: Documental.
Subgénero: Salud.
Director: Michel Moore
Lo mejor: la pretensión de Moore de que la banca devolviera el dinero que le entregó el Estado para salvar su crisis.
Lo peor: la esperanza depositada en que Obama resolviera la crisis.
Puntuación: 7
Web oficial de Michael Moore (en inglés):
Ver el documental (en castellano): https://youtu.be/tKrjic9jva8
¿Cómo verlo?: Puede verse en el enlace indicado.
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