martes, 6 de diciembre de 2016

Alfred Hitchcock presenta, el gran timonel del suspense en la cumbre



En 1955, Hitchcock acababa de filmar Crimen perfecto (1954) y La ventana indiscreta (1954) que habían superado en taquilla a su anterior película, Yo confieso (1953); vivía de las rentas de Extraños en un tren (1951) y se preparaba para filmar Falso culpable (1953) con Henry Fonda. Era un director popular que, si bien no había conseguido –ni le interesa particularmente– ser aceptado como un “gran director”, lograba lo que más interesaba a las productoras: buenas taquillas. Por otra parte, en 1955, el parque de televisores en EEUU ya había alcanzado la densidad suficiente como para poder ser considerado como un “medio de masas”. Así que era inevitable que, antes o después, el director más popular de la época, se acomodase en un medio que suponía entrar en contacto semanal con las masas. De ahí salió la serie Alfred Hitchcock presents que se prolongó de mediados de los 50 a mediados de los 60.

SIETE TEMPORADAS CON 30 MINUTOS DE HITCHCOCK A LA SEMANA

Hitchcock creó la serie pero apenas dirigió unos pocos episodios. Son fácilmente reconocibles por su mayor dramatismo y por la introducción de situaciones de tensión extrema (como el episodio en el que un niño empuña una pistola inconsciente del daño que puede hacer; diez minutos finales en los que el público experimenta esa sensación de que en cualquier momento puede ocurrir un drama: es más, que el drama es absolutamente inevitable), pero lo que sí hizo el director británico fue seleccionar personalmente los guiones de todos los episodios, supervisarlos y, sobre todo, presentarlos. 


En aquellos años, ocurría una situación parecida a la que se da hoy entre la televisión e Internet: se creía que el nuevo medio televisivo iba a acabar con la industria del cine y el propio Hitchcock no veía muy claro el porvenir del séptimo arte. De ahí que, aunque la mayor parte de programas de televisión le repugnaran –especialmente esos concursos que se le hacían insoportables– decidiera aceptar una colaboración tan larga en una serie televisiva. Fue, precisamente, esa “traición” al cine lo que alguno de sus colegas y, especialmente, muchos críticos, utilizaron para desmerecer y desvalorizar la obra de cinematográfica de Hitchcock que recibía varapalos regulares por parte de la crítica erudita e intelectual.

No fue sino hasta la llegada de Truffaut con Les Cahiers du Cinema, cuando esta actitud cambió, tal como se refleja en el documental Hitchcock/Truffaut. Por increíble que pueda parecer hoy, a los críticos cinematográficos de la época les resultaba imposible aceptar que en un medio tan masivo como la televisión pudieran darse productos de calidad. Y, desde luego, si algún director de renombre se entregaba a ese medio es porque la calidad de su producción debía apestar. Hitchcock en esta serie demostró varias cosas: la primera de todas ellas, que la televisión era un medio de transmisión de un mensaje, no el mensaje en sí mismo. A través suyo podían emitirse auténticos bodrios, frivolidades sin límite y estupideces para mayor gloria de la bastardización de las masas, pero también era posible vehiculizar en las ondas hertzianas productos inteligentes muy similares a los que se proyectaban en las salas de cine. Y esta serie fue la demostración. Hitchcock había burlado, otra vez, a la crítica norteamericana.


UN PERFIL, UNA MÚSICA, UNA PRESENTACIÓN INICIAL Y UNA DESPEDIDA FINAL

Cualquiera que viera aunque fuera un solo episodio de aquella sería la recordaría para siempre. En primer lugar por el logotipo (un perfil esquemático de Hitchcock resumido en apenas tres trazos). Parece ser que fue él mismo quien realizó este somero autoretrato. Inicialmente, la cámara muestra el logo, luego, le propio Hitchcock aparece siempre por la parte de derecha de la pantalla, de perfil, hasta superponerse a las líneas del dibujo. El director dirige una pequeña perorata, nunca superior al minuto y siempre, absolutamente siempre, en clave de humor. Nos resume el contenido de lo que vamos a ver (en España, Chicho Ibáñez Serrador adoptará esa misma técnica cuando empiece la filmación de sus Historias para no dormir). Luego empieza el relato. 

Antes y después, una música extremadamente pegadiza e inolvidable precede a modo de alarde sonoro a las palabras del maestro: se trata de la Marcha Fúnebre para una Marioneta de Charles Gounod, uno de esos “clásicos divertidos” que permanecían olvidados en la época. Era una melodía compuesta en 1872 que no fue elegida al azar; hay en ella una secreta venganza de Hitchcock hacia los críticos que solían destripar sus películas. La obra de Gounod, en efecto, fue compuesta para parodiar la personalidad de Henry Chorley un crítico musical habitualmente en desacuerdo con las obras del compositor. Pero fatalmente Chorley murió antes de que Gounod pudiera completar la partitura, así que la rehízo y compuso una dedicatoria menos vengativa para un matrimonio amigo. La música volvía a sonar durante los créditos finales que seguían a la moraleja que daba Hitchock tras concluir cada episodio. 

Estos elementos eran coadyuvantes para lograr un producto inolvidable en el que el público, no solamente esperaba que le contaran una historia que lo angustiara durante veinticinco minutos, sino que fuera el propio Hitchcock quien se la contara.


UN REPERTORIO DE JÓVENES PROMESAS Y VETERANOS ACRISOLADOS

No había personajes fijos en la serie, pero verla es una oportunidad para reconocer en los distintos episodios a actores que disponen de plaza propia en el Olimpo del cine. El casting era extremadamente cuidado y siempre se eligieron a los mejores actores del momento y a los que parecían más prometedores. Fue así como vimos a un jovencísimo Robert Duvall, a un casi irreconocible Marin Sheen, o a un inesperado Steve McQueen. Veteranos acreditados como Peter Lorre, Vincent Price, Laurence Harvey, Joseph Cotten o Bette Davis, se dieron la mano con jovenzuelos de la talle de Roger Moore, Kim Novack, Robert Redford, Robert Vaugh, Walther Matthau, John Forsythe, Charles Bronson, John Cassavetes, Peter Falk, Elizabeth Montgomery (que estaba a punto de ser “la brujita” de Hechizada [1954-1972]), James Coburn… y tantos otros actores de reparto que siempre siguieron siéndolo pero sin los cuales serían incomprensibles las series de los años 50-60.

Los costes de producción no eran altos. Las escenas se filmaron en más de un 90 por ciento en el interior de estudios. El esfuerzo de la serie residía en su guionización y en el casting. Alfred Hichtcock supervisó lo primero y, siempre siguiendo su costumbre de aparecer en alguna escena de sus películas, se obstinó en presentarlas todas, para confirmar su sello personal, a pesar de que dirigiera menos de veinte episodios. Tal sello está, indudablemente, presente. Robert Stevens fue el director que más episodios guionó. Había trabajado como productor habitual en las películas de Hitchcock y luego produjo el piloto de The Twillight Zone (1959-1965, La dimensión desconocida), hasta llegar a su último trabajo, la serie Amazing Stories (1985-1987, Historias extraordinarias).


GRANIZADA DE SECUELAS Y RECOMENDACIONES

La serie se prolongó entre 1955 y 1965. Inicialmente fue retransmitida por la CBS y luego por la NBC, se filmó en blanco y negro y llegó a España a partir de 1968, siendo repuesta en varias ocasiones y por distintos canales y plataformas. Es interesante destacar que la alocución inicial de Hitchock no era la misma en EEUU que en Europa. Existieron dos versiones: en la americana, solía bromear con la marca patrocinadora del episodio, mientras que en la europea se centraba en comentar su contenido. El cambio de cadena tiene varias explicaciones, además de las puramente crematísticas. En algún caso el patrocinador no quedó contento con el episodio. Es famoso que el episodio titulado El aprendiz de brujo no fue transmitido por la NBC al tener un final demasiado horrible (una mujer introducida en una caja es aserrada por un mago aficionado).

A partir de 1962, la serie sufrió una profunda remodelación. Los 25 minutos iniciales se prolongaron hasta 50 y el título cambió por el de La hora de Alfred Hitchcock. Posteriormente, en 1985, se filmó una especie de remake y se colorearon algunas de las películas de la serie original (filmada, inicialmente en blanco y negro). En 2013 todo el material fue recopilado,  remasterizado y lanzado en DVD. La serie tuvo tal impacto en la cultura pop de la época que incluso apareció una colección de relatos de error y suspense basados en la misma: el Alfred Hitchcock’s Magazine que también tuvo una edición española. Hitchcock escribía mensualmente los editoriales y aún subsiste en edición inglesa. 

Serie, pues, inolvidable en todos los sentidos, que sabrán estimar los admiradores del cine de Hitchcock y agradecerán hincando la rodilla los yonkis del suspense y los buscadores de angustia y tensión agobiante. Ciertamente algunos episodios han perdido vigencia, pero lo esencial de la serie sigue conservando frescura y eficacia en la sorpresa y aciertos en la generación del ambiente propio de las películas de suspense. La serie cuenta casi sesenta años, tiempo suficiente para que pudiera ser considerada como un arcaísmo, de no ser genial.



FICHA:

Título original: Alfred Hitchcock Presents 
Título en España: Alfred Hitchcock presenta
Temporadas: 7 (268 episodios autoconcluidos)
Duración episodio: 30 minutos
Año: 1955-1965
Temática: Longeva serie presentada por el maestro del suspense, Alfred Hitchcock, en la que, cada episodio conseguía angustiarnos con pequeños thrillers de tensión, intriga, crímenes e historias macabras.
Género: Thriller
Subgénero: Suspense.
Actores principales: Actuaron decenas de actores habituales en la escena televisiva de los años 50-60, pero solamente Alfred Hitchcock fue el único que apareció en todos los episodios.
Lo mejor: algunas son pequeñas obras maestras del suspense…
Lo peor: …otras resultan previsibles con argumentos poco trabajados.
Puntuación: 8
Intrucción en ingléshttps://youtu.be/S6Kx34We40Q

¿Cómo verlo?: Algunos episodios pueden verse en youTube en versión original.Están a la venta en DVD y BlueRay dobladas en castellano. También pueden bajarse mediante programas “peer two peer”.

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