Factores tecnológicos, sociales, económicos y culturales
1. Factores tecnológicos y de consumo en casa
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Televisores gigantes a precios asequibles.
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En casa se puede mirar el móvil mientras ves la película, pausar, no prestar atención a la peli, continuar otro día como si fuera un capítulo de una serie.
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El streaming acorta los tiempos de exhibición: en 2–3 meses una película ya está en plataforma.
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El cine compite con TikTok y otros formatos de recompensa rápida y personalizada produciendo adicción a la dopamina.
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Muchos usuarios admiten no poder ver TV/cine sin mirar el móvil.
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Las películas recurren a técnicas narrativas “explicativas” porque el espectador mira más el móvil que la pantalla.
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Las bibliotecas de streaming son pobres comparadas con la música (Spotify vs Netflix). En Spotify está toda la música del planeta, pero Netflix sólo está lo suyo.La saturación de plataformas (6–10) genera cansancio: la gente quiere una sola que lo tenga todo.
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El streaming se desacelera por precios altos y restricciones de cuentas, lo que alimenta la subida de la piratería.
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Tras la pandemia, se consolidó el hábito de quedarse en casa: la sala perdió su papel de cita obligada.
2. Cambios en la atención y el comportamiento del espectador
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La gente se aburre rápido: el ritmo del cine no encaja con el de las redes sociales.
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Ver cine exige prestar atención forzosa, algo que muchos rechazan.
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Grupos de personas son incapaces de ver la peli sin seguir hablando. No siguen la película. Se quejan de aburrimiento, por no prestar atención a la pantalla.
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La cultura del “yo primero”: móviles encendidos, conversaciones de viva voz, comida, ruidos, olores, sillas incómodas.
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El cerebro se ha acostumbrado a gratificación inmediata, dificultando la inmersión en una película.
Las películas ya están recurriendo en utilizar una técnica: los personajes explican lo que la imagen muestra como si fuera películas para ciegos. Y se da porque la gente mira el móvil pero puede oír la película. Ya no sirve el slogan de que "una imagen vale más que mil palabras"
3. Factores económicos
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Las entradas de cine son caras (ej. familia de 5 = 60 €).
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El cine ya no es percibido como “premium”: una tele/proyector en casa puede ser más cómodo.
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Las salas pequeñas y con malas condiciones refuerzan esa percepción negativa.
4. Oferta cultural y desgaste de fórmulas
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La masa solo atiende al cine cuando la experiencia es “premium” (IMAX, 3D, Avatar).
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El público se cansó de sagas largas: Transformers, superhéroes, Jurassic Park.
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Se prevé otra oleada de películas de masas, pero de distinto tipo.
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La cartelera es homogénea: repite blockbusters y estrenos menores con poco recorrido.
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El marketing cinematográfico perdió impacto frente al bombardeo de redes sociales.
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Reboots y remakes generan cansancio: sensación de “ya lo vi”.
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El cine de autor sobrevive en nichos (festivales, cineclubes), pero el gran público migra a otro entretenimiento.
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Crece la idea de que la narrativa innovadora se encuentra más en series/miniseries que en cine.
5. Competencia con otros formatos de ocio
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Videojuegos como gran competidor cultural: más ingresos, narrativa, interacción y comunidad.
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Los jóvenes ya no tienen el cine como centro social; prefieren Twitch, Discord, TikTok, videojuegos.
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El público joven gasta en experiencias “premium” (conciertos, festivales) antes que en cine.
6. Factores ideológicos y socioculturales
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Y el tema final y más denso la "ideología woke" que ha generado un “cine woke”. Se siente como un brutal rechazo en ciertos sectores y es percibido como adoctrinamiento más que como entretenimiento. Muchas producciones han fracasado estrepitosamente. Originando numerosos despidos de directores de la industria del cine.
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La crítica y el boca a boca digital reducen el ciclo de vida de los estrenos: una película puede “morir” en días o en segundos, cuando se comenta en redes sociales con el móvil durante al final de los créditos.
El cine no compite con TikTok: compite con la incapacidad de mirar sin deslizar. El problema no es que el cine aburra, sino que el espectador ya nació con déficit de atención. El séptimo arte no muere: solo cambia la butaca y se sienta en su sofá.


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