Condenados de Gustav Möller (Vogter) (Sons)

 

Aquí tienes cinco reflexiones clave del personaje Eva (interpretada por Sidse Babett Knudsen) en Condenados (Vogter, 2024). 

1. Justicia vs. venganza

Eva se ve atrapada entre su ética profesional como funcionaria de prisiones y su deseo visceral de venganza por el asesinato de su hijo. Su decisión de solicitar ser trasladada al pabellón más peligroso revela ese choque interior: justicia institucional frente a justicia personal.

2. La prisión reflejo de su encierro emocional

El director describe a Eva de forma deliberada como una prisionera emocional: su vida se limita al uniforme, los pasillos y la rutina penitenciaria. No vemos nada de su vida privada; Möller invierte la perspectiva clásica de la prisión para mostrar que, psicológicamente, Eva está atrapada.

3. Maternalidad ambigua: compasión y agresión

Inicia su labor en un pabellón de baja seguridad impartiendo yoga y meditación. Sin embargo, su relación con Mikkel desencadena un cambio: la figura maternal se transforma en una fuente de retribución. Estas dos facetas, cuidado y crueldad, coexisten en tensión constante .

4. El trauma no sanado y la culpa oculta

El secreto que rodea su motivación nunca se revela directamente al espectador hasta bien entrada la película. Esa opacidad alimenta su culpa y refuerza su obsesión por confrontarlo. Paralelamente, el film sugiere que ella no ha lidiado con su dolor: cada acción que toma es una reacción desde ese trauma no resuelto .

5. El diluido poder del perdón

Aunque Eva inicia su camino motivada por venganza, las interacciones con Mikkel, un hombre joven, vulnerable, marcado por la culpa, ponen en jaque su narrativa de venganza. A medida que ella descubre la humanidad del otro, el filme plantea si la redención es siempre posible o si la venganza es una necesidad que nunca se sacia.

 Otras reflexiones:

• Eva vive solo para su trabajo, porque es la única estructura que le permite seguir adelante después del asesinato de su hijo. No hay escenas de ocio, amistades, pareja o familia; todo lo que vemos son los pasillos, los controles, la rutina penitenciaria. Su identidad se convierte en “funcionaria” casi como armadura frente al dolor.

• Hay un punto sobre si ya era funcionaria antes o si eligió esa profesión después es clave. La película nunca lo aclara, pero esa ambigüedad permite pensar que:

  • Si ya era funcionaria antes, el crimen la ata aún más al lugar del trauma: seguir trabajando allí es un castigo auto-impuesto.

  • Si se convirtió en funcionaria después, hay una dimensión casi de “quimera vengativa”: la esperanza de que la vida (o el destino) la sitúe frente al asesino de su hijo, aunque eso implique sumergirse en el mismo infierno.

• Otra idea puede ser de que ella misma propicia el encuentro (o al menos, lo desea en secreto) convierte a Eva en un personaje activo, no solo una víctima del trauma: construye, consciente o inconscientemente, el escenario para ese posible cara a cara.

La escena en la que el personaje que interpreta el super conocido actor de series nórdicas Dan Salim, con ese tono seco y casi marcial,  le da a Eva la “lección” sobre los depredadores. Es fundamental porque marca un punto de inflexión en su manera de mirar a los reclusos.

Lo que dice es casi un mantra institucional:

“Hay depredadores que son imposibles de reinsertar.”

Esa frase funciona como:

• Un golpe de realidad: le advierte que no todos los internos son “proyectos de rehabilitación”, que hay perfiles que el sistema considera “casos perdidos”.

• Un marco mental: le ofrece a Eva una coartada moral para endurecerse, para justificarse si empieza a actuar con frialdad o violencia.

• Un mandato de obediencia: lo dice con una autoridad que no deja margen a la duda. Es un “así son las cosas aquí” que obliga a Eva a alinearse con el código interno de la prisión.

Y ahí se abre un dilema sutil: ¿adopta Eva ese pensamiento como herramienta para sobrevivir en ese entorno? ¿O lo hace suyo porque lo necesita para legitimar lo que en el fondo quiere hacer?