Llama la atención que la mayoría de cineastas y guionistas de origen judío vivan en Hollywood y no, como podía pensare en el Estado de Israel. De hecho, en Israel, la producción cinematográfica es bastante modesta y lo producido denota austeridad en los medios. De hecho, en la mayor parte de los casos, esa producción no sale de aquel pequeño país. Sin embargo, de tanto en tanto, alguna película y unas pocas series logran encontrar un hueco en plataformas como Netflix que acaba de estrenar Hostages (Rehenes y en versión original Bnai Aruba). La serie ha merecido, incluso, una versión americana, a pesar de que se trata de un producto de ambiciones modestas y no particularmente bien redondeado.
EL CLIMA DE TENSIÓN QUE VIVE ISRAEL
La serie no puede explicarse sin el clima de tensión en el que vive permanentemente la sociedad israelí. Rodeada de países árabes, con tres guerras con sus vecinos entre 1948 y 1973 y en malas relaciones los países de la zona, sometida a hostigamientos continuos por parte de grupos pro-palestinos y practicando represalias que inevitablemente conducen a nuevos atentados, la vida para el ciudadano israelí medio no es ninguna ganga. Israel forma parte de una de las zonas más “calientes” del planeta. No es cuestión de establecer quién tiene la razón en aquel conflicto que va ya para los 90 años, ni quien es más culpable en la política de Oriente Medio, pero sí constatar que el ciudadano de a pie de las dos partes, vive en un constante estado de tensión de la que esta serie es un reflejo.
De hecho, si en 2013, se trasladó esta serie a los EEUU fue porque también el público norteamericano experimenta esa misma sensación de tensión desde el 11-S de 2001, sensación que uno percibe inmediatamente llega a un aeropuerto norteamericano. La diferencia estriba en que en los EEUU es el mismo gobierno quien induce ese miedo, mientras que en Israel es un producto del contexto histórico-político de la zona. Acaso por eso la serie norteamericana constituyó un fracaso, mientras que la israelí se considera como uno de los grandes éxitos de la producción nacional.
UN ARGUMENTO POCO CREÍBLE
Los thrillers suelen ser un arma de doble filo. No se trata solamente de conseguir una serie de efectos de tensión que aumenten el interés del espectador, sino que, en su conjunto, estos sean creíbles. El mejor thriller es aquel que puede ocurrir en cualquier momento y que nos lo cuentan como si estuviera ocurriendo ya mismo. En este sentido, la trama de la que parte Hostages (la llamamos así porque es el título que figura en el streaming de Netflix) es aceptable: un grupo terrorista no identificado (pero que algunas pistas tienden a situar, inicialmente, en los barrios fundamentalistas de Jerusalén) se propone matar al primer ministro. Para ello secuestran a una familia formada por un padre bastante desaprensivo y propenso a meterse en líos, una madre que ejerce como cirujana y dos hijos adolescentes, la niña que acaba de darle positivo el test de embarazo y el niño que apunta maneras en informática. Cuatro miembros de la familia y cuatro secuestradores. Éstos exigen a la madre que para salir indemne ella y su familia, deberá provocar la muerte del primer ministro en el curso de una operación quirúrgica en la que ella será la cirujana.
Pero, a partir del segundo episodio empiezan a percibirse objeciones que restan verosimilitud a la trama: en unas escenas, los miembros de la familia están marcados constantemente por los secuestradores, en otras entran y salen de casa y se mueven casi con entera libertad, el padre incluso logra hacerse con una pistola y el jefe de los secuestradores le entrega 25.000 dólares para que pague una deuda. En fin, son incontables las debilidades del guión que, en su conjunto, si bien logra mantener la atención del espectador de capítulo a capítulo, éste progresivamente va advirtiendo que la trama difícilmente se sostiene y que, a partir del episodio sexto, habrá una sorpresa final en función de la cual, una vez más, “nada es lo que parece”.
LA SERIE MÁS INTERNACIONAL DE LA TV ISRAELÍ
La serie fue, inicialmente, emitida por el Canal 10 de la televisión israelí. Creada por dos guionistas, Rotem Shamir y Omri Givon que, a la vez fueron los directores, consta de dos temporadas y veintidós episodios. Lo sorprendente es que un mes antes de que se estrenara en Israel, la réplica norteamericana ya había sido emitida por la CBS. En el Reino Unido la BBC-Four la adquirió, luego Canal+ la emitió en 2016 y Netflix la incorporó en el mes de noviembre de 2016. Por ahora, ha pasado bastante desapercibida.
La serie hubiera mejorado si en lugar de 11 episodios cada temporada hubiera tenido justo la mitad. El planteamiento no daba para estirarla tanto sin que la calidad y la credibilidad de la serie se resintieran. De todas formas, algunos han sabido apreciar sus méritos pues no en vano, el Festival de Televisión de Montecarlo la galardonó como “Mejor Serie Dramática Internacional” (lo que, como mínimo, parece excesivo) y a Ayelet Zurer como Mejor Actriz (lo que es bastante más justo). En efecto, la actriz, realiza un trabajo excelente que constituye, seguramente, lo mejor de la película y lo más convincente. En estos momentos es la actriz de nacionalidad israelí con mayor proyección internacional. En su país se la conoce como “la princesa del hielo” por algunas de sus interpretaciones. La vimos en Múnich (2005) de Steven Spielberg y en la mucho más mediocre Ángeles y Demonios (2009) junto a Tom Hanks, también en la serie Daredevil (2015).
Jonas Lotan asume el papel protagonista como jefe de los secuestradores. Buena parte de su actuación aparece cubierto con un pasamontañas, por lo tanto no puede decirse mucho de sus cualidades interpretativas. Las crónicas cuentan que apareció en un episodio de CSI: Nueva York (2006) y en 24 (2006), pero, en general, su relativamente larga filmografía no ha superado los altos muros del Estado de Israel. El resto de actores interpretan dignamente con sus papeles, si bien, en algunos casos, el guión y el pasamontañas no les dan para mucho.
La serie es bastante lineal, no decae en el ritmo narrativo, pero, a medida que avanza, los defectos de guionización y las situaciones increíbles tienden a hacerse insoportables para los espectadores más sensibles.
RECOMENDACIONES FINALES
Si usted no es muy exigente a la hora de seleccionar una serie, ésta no le disgustará. Igualmente la aceptará bien si es propenso a ver con condescendencia los productos facturados por potencias cinematográficas de tercera fila y sabe apreciar ss esfuerzos para mejorar en el ranking mundial. Así mismo, los buscadores de rostros extremadamente agradables y expresivos, encontraran en Ayelet Zurer, motivos de inspiración. Los adictos el thriller agradecerán los sobresaltos y la sorpresa final de la serie.
Ficha
Título original: Bnei Aruba (Hostages).
Título en España: Rehenes.
Temporadas: 2 (22 episodios)
Duración episodio: 45 minutos
Año: 2013.
Temática: Thiller.
Subgénero: Político.
Tema: Un grupo armado retiene a una familia para lograr que la madre, una cirujana, asesine al primer ministro en el curso de una operación.
Actores: Jonás Lotán, Aleyet Zurer, Alona Tal, Itay Tiran, Kim Bodnia, Toer Kapon, Micha Celektar, Dar Zuzovsky, Yoav Rothman, Mickey León, Hilla Vidor.
Lo mejor: el clima de tensión permanente.
Lo peor: guión con fallos.
Puntuación: 6
Trailer en hebreo: https://www.youtube.com/watch?v=XvrRmhYYkXA
Making off en francés: https://www.youtube.com/watch?v=gSnuAdXnRTI
Web oficial en castellano: https://www.netflix.com/es/title/80103470
¿Cómo verla?: A través de Netflix.
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