Confieso que me resistí unas semanas a ver la serie Narcos pensando que se trataría de uno de esos productos en los que unas bandas terribles de narcotraficantes cometen atrocidades para ser finalmente derrotadas por un grupo de policías honestos y de arrojo inimaginable. No me equivoqué, la serie iba de esto, lo único diferente es que no se trataba de una ficción televisiva, sino de lo que casi podríamos llamar una crónica del narcotráfico en Colombia. O dicho de otra manera del auge y de la caída del “Cartel de Medellín”.
A pesar de que al inicio de cada episodio, aparezca un rótulo en el que advierte que los hechos narrados tienen un parecido casual con la realidad, lo cierto es que, hasta ahora –y fuera de algunos documentales sobre la vida de Pablo Escobar y sobre las andanzas de los carteles de la droga colombianos– Narcos es la mejor aproximación dramatizada sobre la historia del narcotráfico en aquel país. En realidad, el guión se limita a seguir la actualidad de aquellos años: el tránsito del contrabando convencional al narcotráfico, la extraordinaria visión criminal de futuro de Pablo Escobar que transformó lo que hasta ese momento era producción artesanal de cocaína en producción industrial de droga, el haber adivinado que los EEUU serían el campo preferencial de consumo, el haber aliado a los clanes de la droga en una única estructura orgánica, la locura de no haber adivinado a tiempo que era imposible enfrentarse al Estado y a la DEA norteamericana y poderles vencer, los tiempos de la lucha entre el narcotráfico y la guerrilla del M–19, la extradición de narcos colombianos a EEUU, la locura homicida del cartel de Medellín, sus fracturas interiores, su descomposición, la eliminación, uno a uno, de sus responsables… De esto nos habla esta serie, apoyada sobre dos pilares: el testimonio de “Steve Murphy”, agente de la DEA destacado en Colombia y que, además de protagonista, es el narrador en off de la trama y, de otro lado, una abundante y constante selección de filmaciones extraídas de los telediarios de la época que presentan los hechos que realmente ocurrieron… Todo esto demuestran que la advertencia de que lo que se va a ver es ficción, es, a su vez… ficción. Digamos que es, más bien, un intento de evitar demandas por parte de familiares de personajes que aparecen en la película. Digamos que hay crónica histórica en un 75% de la serie y ficción en el 25% restante.
No es la primera vez que la figura de Pablo Escobar y del Cartel de Medellín aparecen en el cine. En televisión, por ejemplo, Narcos (cuya primera temporada se filmó en 2015), siguió a la primera serie que se filmó sobre el mismo tema: Escobar, el patrón del mal (2012) producida por la Cadena Caracol, colombiana, y que obtuvo índices de audiencia del 79% en aquel país. La serie fue muy criticada al juzgarse que exaltaba y daba una dimensión época a los protagonistas del narcotráfico. También se criticó el que fuera parcial a la hora de establecer las conexiones políticas del narcotráfico. En cualquier caso, esta serie demostró que las opiniones en Colombia no son unánimes respecto a la figura de Pablo Escobar. La serie producida por Netflix, en este sentido, puede considerarse como más objetiva. En cualquier caso, si alguien está interesado, no en la dramatización fílmica de aquellos episodios y sí en cómo se desarrollaron realmente, lo más recomendable es recurrir a una amplia gama de documentales –todos ellos a disposición en programas “peer to peer”– sobre Escobar y el Cartel de Medellín: Los tiempos de Pablo Escobar: lecciones de una época (2011), Pecados de mi padre (2009) que cuenta con el testimonio del hijo de Escobar, Pablo Escobar: ángel o demonio (2007), o el personaje visto desde su dimensión más excéntrica de coleccionista de animales exóticos, Pablo’s Hippos (2010) y Crónica Pirry: Hacienda Nápoles (2007, que puede verse en YouTube). Todo esto dará al interesado una visión completa y realista sobre la figura de Escobar. Narcos, por su parte, le dará una aproximación entretenida.
El guión es poco imaginativo… lo que en producciones de este tipo es un elogio e indica que se ha atenido a la realidad. De hecho, el género al que pertenece esta serie podría ser llamado “realidad aumentada”: el guionista, allí donde le han faltado datos o simplemente le era preciso evitar la posibilidad de que los herederos de uno u otro de los personajes citados le presentara una demanda por difamación, ha optado por contornear algunos temas, embellecerlos, dar una visión hiper–realista de lo sucedido y ligar elementos de los que se sospecha sólo que pudieron tener alguna relación (las relaciones de Escobar con el M–19, por ejemplo, y el hecho de que fuera él quién ordenara el asalto al Palacio de Justicia a cambio de 2.000.000 de dólares o que fuera el propio Escobar y sus sicarios asesinaron los jefes de este grupo, así como el que la guerrilla le entregara la espada de Bolivar robada por este grupo guerrillero, son pura ficción).
Sin embargo, estas “licencias históricas” son admisibles en esta serie, a cambio de que nos muestra una perspectiva general sobre el fenómeno del trata, evitando caer en las orgías de sangre y en las crudas descripciones por las que suelen deslizarse las películas que tratan sobre narcotráfico. La serie, hay que decirlo para no llamarse a engaño, está compuesta desde el punto de vista norteamericano: se elude decir, por ejemplo que el jefe del M–19 que aparece en la serie con el nombre de “Iván el terrible”, en realidad encubre la personalidad del muy real Iván Marino Ospina… considerado durante un tiempo como agente de la CIA. Así mismo, se presenta a los EEUU como víctima del narcotráfico, se elude recordar que si el crack producido en Colombia se introdujo masivamente en los EEUU fue gracias a la CIA y a su operación de compra de armas a Irán, enviadas a la guerrilla anticomunista nicaragüense, y pagadas con el dinero procedente de este comercio ilícito e inmoral. Digamos que el papel de los EEUU sale demasiado embellecido.
Pero la serie es, en general, convincente, digna, relativamente fiel (todo lo que permite una producción televisiva) a los hechos, e incluso con momentos de gran brillantez. Las interpretaciones son, así mismo, dignas de las mejores producciones televisivas. Todos los miembros del Cartel de Medellín y sus entornos familiares y sicarios, están encarnados por actores que gran calidad interpretativa: el portorriqueño Luis Guzmán que pasa a ser Rodríguez Gacha (jefe “militar” del cartel de Medellín) es, sin duda, el rostro más conocido. Escobar, es representado por el brasileño Wagner Moura con un amplio historias cinematográfico y televisivo; a pesar de que no tiene gran parecido con el auténtico Pablo Escobar, sus cualidades interpretativas le aproximan al personaje que encarna. Moura, participó, con el papel del contrabandista “Spider”, en Elysium (2013). El agente de la DEA encarnado por Boy Holbroook, que, de paso, es el narrador, pasa con bastante discreción.
La serie es recomendable desde todos los puntos de vista y hasta ahora constituye la más fiel traslación a la pequeña pantalla de la crónica del narcotráfico en Colombia. Llega tarde, porque ahora, el eje se ha desplazado a México y allí las cosas son diferentes… y, si cabe, mucho más violentas. En cualquier caso, esta serie (en la que aparece un miembro de ETA que realmente existió y construyó coches bomba para Escobar o la presencia de Javier Cámara como narco en la tercera temporada, aspirante a sustituir al Cartel de Medellín) merece ser vista y será capaz de entretener a un público amplio y diversificado.
La serie tiene pocos momentos de reposo. La acción es trepidante hasta el punto de que en algún episodio nos hemos preguntado si la cronología de los hechos reales fue igualmente vertiginosa. Lo fue. En los primeros años 80, no era raro que Colombia fuera conocida en Iberoamérica como “Locombia”. Esta es la crónica (dramatizada) de aquella época. Falta saber si la proliferación de temporadas (se han filmado dos y se prometen otra dos) no hará que le ocurra algo parecido al síndrome de Cuéntame cómo paso, inicialmente ideada para dar testimonio del taradofranquismo y de la transición y que, finalmente, se convirtió en un “cuéntame cómo no pasó”.
FICHA:
Título original: Narcos
Título en España: Narcos
Temporadas: 2 (10 episodios, hay otras dos anunciadas)
Duración episodio: 52 minutos
Año: 2015–2016
Temática: Thriller
Subgénero: drogas
Actores principales: Wagner Moura, Boyd Holbrook, Pedro Pascal, Joanna Christie, Juan Pablo Raba, Maurice Comte, Paulina Gaitán, Paulina García, Stephanie Sigman, Raúl Méndez, Luis Guzmán, Juan Riedinger,
Lo mejor: el ser crónica fiel del narcotráfico en Colombia.
Lo peor: pasar de soslayo algunos episodios del narcotráfico como la “opración Irán–Contras”.
Puntuación: 8
Web en castellano: https://www.netflix.com/es/title/80025172
Video clip: https://www.youtube.com/watch?v=U7elNhHwgBU
¿Cómo verlo?: Emitido por Netflix. Está a la venta en DVD editado por Emon. También se puede obtener mediante software “peer to peer”.
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