Larry David es uno de los personajes más brillantes de Hollywood y también de los más discretos. Es actor, monologuista, guionista y productor. Genial en cualquiera de las actividades que acomete, es, además, de los que saben parar a tiempo. Nunca le ha gustado eternizarse en los mismos proyectos. Gana suficiente dinero como para poder vivir lujosamente varias reencarnaciones y cuando algo empieza a aburrirle no está dispuesto a proseguirlo por mucho que le reporte a su cuenta corriente algún que otro millón de dólares más. Sus ideas son originales. Tiene suficiente con crear un éxito cada veinte años. El anterior fue Seinfeld. Luego pasó casi diez años de inactividad hasta que volvió a la carga con una nueva serie en la que él mismo sería protagonista. La HBO no dudo ni un momento al conocer lo esencial del proyecto. La serie, además, sería sobre sí mismo, sobre Larry David, el sujeto que mejor conocía. Bingo: nuevo un éxito. Tenía todos los elementos que habían estado presentes en Seinfeld. Bueno, no todos: la acción no se desarrollaba en aquel pequeño bar-restaurante de Manhattan, el Monk’s Café, sino en su propia mansión. Los protagonistas eran su reducido círculo familiar y sus amigos. Una sit-com para ver, degustar y digerir.
Tengo muy claro que Larry David es muy diferente a cómo se pinta él mismo en la serie; no puede existir un individuo tan absurdo. En cualquier caso, importa poco. El “Larry David” protagonista de la serie es, fundamentalmente, un metepatas, uno de esos personajes que tiene el don de la inoportunidad; lo que se llama un “malqueda”, basta que abra la boca para que pifie una situación inicialmente poco comprometida. La serie es una sucesión de situaciones incómodas a las que llega, unas veces por culpa de su cabezonería, tozudez, despreocupación y falta de empatía social y otras por las situaciones absurdas a las que debe enfrentarse y que no está dispuesto a tolerar.
Pero hay una característica que destaca por encima de todas: la inmensa mayoría de protagonistas, no solamente son judíos, sino que son encarnados por actores de origen judío. Algunos de los gags que protagonizan podrían ser considerados como “antisemitas” de haberlos concebido un WASP. Buena parte de las escenas transcurren en la sinagoga, o tienen que ver con la comunidad judía: nada se salva. La serie alcanza sus más altas cotas de humor cuando el protagonista seduce a una judía hasidita, más o menos fundamentalista, y le preocupa hace el amor con una sábana agujereada entre ambos cuerpos, o cuando uno de los amigos del padre, resulta ser un superviviente de los campos de concentración del que todos están hartos de oír sus historias macabras y que muestre sus tatuajes. Episodio desternillante, por ejemplo, es aquel en el que Larry David y sus amigos judíos descubren las alitas de pollo que sirven en un restaurante palestino; algunos muestran reparos étnicos, pero todos terminan como clientes. O ese otro episodio en el que el padre le comunica a David que su madre ha muerto, pero que no pueden enterrarla en un cementerio judío por tener un tatuaje...
Es evidente que cuando se practica este tipo de humor, se permanece en la cuerda floja: la acusación de antisemitismo, e incluso, de “escarnio étnico”, podría caer sobre quien hiciera de todos estos temas objeto de humor… salvo que fuera de origen judío. David no es el único en practicar este tipo de humor, pero en esta serie lo ha sistematizado. Woody Allen, especialmente en sus primeras películas, multiplicaba también estas alusiones irónicas sobre el judaísmo norteamericano (en Bananas [1971], en Toma el dinero y corre [1969] o en El Escorpión de jade [2001]). Estos elementos cómicos figuran entre los más celebrados de la serie, precisamente por lo que de inhabituales tienen.
El único personaje relevante que no es de origen judío, es precisamente, su esposa (rol interpretado por Cheryl Hines). Ésta conoce la increíble capacidad de su marido para quedar en evidencia; es la parte racional, sensata y moderadora de la serie. Un personaje normal en un entorno de excéntricos o simplemente de personajes estrafalarios y situaciones desmadradas. La serie realiza frecuentes cameos: en la sexta temporada aparecen todos los protagonistas de Senfield con el fin de preparar un largometraje especial como homenaje a esta comedia. La cantante Alanis Morrisette aparece en el episodio 5º de la tercera temporada. Michael York y Ted Danson, lo hacen en varios episodios de la tercera temporada, actuando con sus nombres y sus personalidades reales, cuando, junto con otros socios y con el propio Larry David, intentan abrir un restaurante en Hollywood. Con ellos aparece también Martin Scorsese. Mel Brooks y Ben Stiller animan episodios de la cuarta temporada. Anne Bancroft está presente en el arranque de la quinta y el ex Friend, David Schwimmer, en varios episodios de la tercera temporada. El cómico Richard Lewis es casi un personaje fijo que suele alternar rivalidad y amistad con Larry David. Obviamente, el lugar en el que se encuentran con más frecuencia es en las fiestas y ceremonias de la sinagoga. Y así sucesivamente. No faltan, pues, rostros conocidos y cameos más o menos amplios.
La serie se promocionó con el valor añadido de que los actores no seguían guión alguno: simplemente se representaban a sí mismos e improvisaban los diálogos. No estamos muy convencidos de que esto haya sido así. Da la sensación de que todos los gags están estudiados hasta el milímetro. Quizás, los actores –todos ellos con una elevada vis comida– tuvieran conocimiento del guión y dispusieran de un amplio margen para mostrarse cómo ellos mismos, pero, a partir de ahí, el gag estaba establecido en el guión y las actitudes a adoptar por los actores, tenían que ver con la línea argumental. Improvisación, sí, pero no hasta el 100% como se insinuaba la promoción.
¿Qué sugiere esta serie? No hay valores, no hay marcos tradicionales, no hay principios que merezcan ser respetados: todo es cuestionable, nada se salva de la quema, todo debe ser tratado de manera ácida e irrespetuosa, sin ahorrar ningún tótem. Es significativo que Larry David y sus amigos, sean judíos. A diferencia del judaísmo europeo, el norteamericano, en general, acude a la sinagoga solamente en determinados momentos el año. Más que centros religiosos, las sinagogas allí son concebidas como centros sociales (obviamente, salvo las fundamentalistas). Ni Larry David, ni sus amigos íntimos son “religiosos”. En realidad, creen en pocas cosas y nada de lo que creen tiene que ver con lo “espiritual”, ni podría ser considerado como propio del judaísmo bíblico. Y esta es la cuestión: David ha renunciado a su propia tradición religiosa (como antes lo hicieron otros grandes de Hollywood), lo que les facilita el haber aoptado una postura crítica que, en la práctica, supone arrojar litros de ácido corrosivo sobre cualquier otra tradición y hábito, incluida la suya propia. Tal es el origen de su sentido del humor (y, por extensión, del tipo de humor que suelen practicar los cómicos judíos desde los Hermanos Marx hasta Mel Brooks y desde Billy Cristall hasta Woody Allen, pasando, naturalmente, por Larry David y sus amigos).
La serie es ágil y divertida hasta el desconyuntamiento. Es sorprendente hasta el límite del infarto y desmadrada como un toro de rodeo. Al igual que ocurrió con Seinfeld, no es una serie que pueda gustar a todos los espectadores. Emocionará y divertirá especialmente a los que hayan sabido apreciar Seinfeld. Los consumidores de sit-com deben ser consciente de que ésta no es una serie como otras producidas con ese rótulo: nada se salva de la acerada crítica de David. Todo queda cuestionado en todo momento. Algo tan simple como una ceremonia de renovación de votos de matrimonio pasa a ser una barrera entre conyuges que hasta ese momento se habían llevado bien: la esposa de David va a decir en su promesa de renovación que espera que “su amor vaya más allá de la muerte”. Éste se altera: “Pero ¿cómo? No nos habían dicho que el matrimonio es ‘hasta que la muerte nos separe’, ¿Y ahora me dices que esto hay que prolongarlo hasta el infinito? No creo que sea adecuado”. Si usted sabe apreciar este tipo de humor irrespetuoso: créame, esta es su serie y véala cuanto antes. De lo contrario, absténgase.
FICHA:
Título original: Courb your enthusiasm
Título en España: Larry David
Temporadas: 8 (80 episodios)
Duración episodio: 30 minutos
Año: 2000-2011
Temática: Humor
Subgénero: Comedia de situación
Actores principales: Larry David, Jeff Garlin, Cheryl Hines, Susie Essman, Richard Lewis, Bob Einsein, Asholy holloway, Ted Danson, Shelley Berman, Antoinette Spolar.
Lo mejor: la caricatura que un judío hace de los propios judíos.
Lo peor: no todos los capítulos tienen la misma calidad.
Puntuación: 8,5
Web Oficial: http://www.hbo.com/curb-your-enthusiasm
¿Cómo verlo?: En España ha sido emitida por el canal TNT y por varias cadenas autonómicas. Puede adquirirse en DVD. Algunos episodios están colgados en youTube. Se puede conseguir a través de programas “peer to peer”
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