Después de más de medio siglo de series de abogados, resulta difícil aceptar que otra más pueda aportar algo al género. Hasta ahora, todo ha consistido en “abogado defiende a cliente – abogado logra absolución de cliente”, con sus variantes. Eso es todo. Y, sin embargo, se han dado intentos de salir de este esquema. Aly Mc Beal (1997–2002), por ejemplo, empezó bien como tragicomedia y terminó siendo una enumeración de los problemas de una abogada neurótica cada vez más insufrible (lo mejor, terminó siendo las canciones de Wonda Shepard). JAG, alerta roja (1995–2005), tuvo de original el encuadre de la trama en la marina de los EEUU; todo lo demás resultó convencional. Eli Stone (2008–2009), abogado con aneurisma cerebral y alucinaciones, se fue apagando a medida que avanzaba la trama. Murder One (1995–1997) se convirtió en la “serie judicial” de los 90 a pesar de ser demasiado increíble (al insistir en la moralidad de la profesión…). En definitiva, parecía imposible ir más lejos de donde habían llegado Perry Mason (1957–1966), madre de todas las series “de abogados”.
Cómo defender a un asesino, formula un planteamiento inédito hasta ahora. De ahí su interés. Un grupo de alumnos de una profesora que, además, es una agresiva abogada defensora, especializada en conseguir la absolución de asesinos, aparecen como protagonistas junto a su astuta mentora. El grupo de becarios es, con mucho, lo más imaginativo de la serie. Reúne a un grupo de estudiantes, cada uno de los cuales es diferente a los demás: el gay inestable y de pocos escrúpulos, el estudiante de color que quiere ganarse una posición social, el gilipollas estructural sexomaníaco, la ingenua ambiciosa, la chica tan insegura como acomodada y decidida a triunfar… Estos personajes se completan con los componentes del bufete de abogados de su profesora y el marido de ésta.
La serie tiene dos líneas conductoras: la muerte de una joven, de la que no se sabe exactamente quién fue su asesino, aunque resulta implicado el marido de la profesora–abogada (esta trama se prolonga durante toda la primera temporada); y, por otra parte, los casos que llegan al bufete y que se resuelven en cada episodio (en algunos con giros espectaculares e inesperados). El primer hilo da unicidad a la serie. El segundo rompe la monotonía en la que existía el riesgo de caer y genera un suspense suplementario obligando a los becarios a mostrar sus cualidades.
La protagonista indiscutible es “Annalise Keating”, implacable abogada y profesora, dura como el marmolillo del 8, seductora cuando luce peluca y modelitos de alta costura, e imagen típica de la “negra del gueto” cuando se la quita. No es un personaje excesivamente bien construido. Alterna momentos de dureza con depresiones y blandenguerías. Quizás lo mejor que tiene es enseñarnos (a través de sus clases y de sus artimañas) la realidad del sistema judicial norteamericano: si se trata de defender al acusado, poco importa si es o no culpable. Se trata de no creer lo que dicen los clientes y ver en qué grietas de la acusación pueden introducirse las cuñas para que un jurado manipulable declare absuelto al acusado, el juez sobresea la causa o la declare nula y el asesino salga indemne. No es moralidad, precisamente, lo que vamos a encontrar en esta serie.
Los becarios, por su parte, se ven embarcados en una situación endiablada en la que parece que van a ingresar en prisión en cada capítulo. Sin duda, son los personajes mejor diseñados de la serie e incluso los mejor encarnados por jóvenes actores desconocidos que, sin embargo, muestran madurez interpretativa y transmiten convicción. Cada uno representa a un tipo de estudiante, de esos que pueden encontrarse en cualquier facultad de derecho de no importa qué latitud. No siempre tienen las mismas reacciones ante los mismos problemas, hay en ellos distintos “temples” y temperaturas sanguíneas. Ellos y sus reacciones constituyen lo más convincente de Cómo defender a un asesino.
El suspense de la serie radica en que el entorno de la abogada y la propia abogada quedan envueltos en un asesinato. Esto hace que la película tenga algo de asfixiante. Da la sensación –como en otro producto diametralmente diferente a éste, Deutschland–83– de que los protagonistas van a ser descubiertos y encarcelados de un momento a otro. De ahí el interés de la trama, su tensión siempre mantenida y su capacidad de “enganche”. Pero también el principal problema de todas las series que juegan con este tipo de recursos argumentales es que el guión se vuelve cada vez más retorcido y sin salida. Todos esperan, naturalmente, que sea la abogada–profesora, la que, finalmente, utilice su varita mágica y consiga que tanto ella como sus becarios salgan impunes.
Sobre los actores, resulta obligatorio referirnos a Viola Davis (“Annalise Keating” en la serie, abogada y profesora). Es un rostro que se ha prodigado en series televisivas: inicialmente la vimos en papeles secundarios en Law & Order: Criminal Intent (2002), también en CSI (2002) y en The Guardian (2001). Eran sus primeros pasos. De ahí pasó a la pantalla grande y tuvo ocasión de actuar –todavía en papeles secundarios– junto a grandes actores consagrados: Richard Gere (en Nights in Rodanthe [2008], Disturbia [2007]), con Clooney (en Solaris [2002], con Julian Moore, con Dennis Quaid, con Denzel Wahington, etc. Pero no fue sino hasta filmar La duda (2008) cuando fue nominada a la mejor actriz de reparto para los Oscars de ese año. En los años siguientes mantuvo esa estrategia de seguir actuando como secundaria junto a grandes estrellas: Tom Crise, Julia Roberts, Rusell Crowe, Hellen Mirren, Ben Affleck… Y así hasta que en 2014 fue elegida para protagonizar Cómo defender a un asesino, donde su interpretación es más convincente que su personaje.
El resto de protagonistas tienen un historial cinematográfico limitado, aunque es posible que el rostro particular de Liza Weil pasante del bufete de “Annalise Keating”, la recordemos de algún episodio de Anatomía de Gey (2005) y de Law & Order (1999). Cabe, en cualquier caso, felicitar a los responsables del casting porque han acertado en la asignación de los papeles protagonistas.
Si podemos recomendar esta serie a un tipo de público, sin duda, será a los seguidores de las series “de abogados” o “series judiciales”, pero también a los que disfruten de los thrillers de suspense. Igualmente a los que se interesen por campos no explorados todavía en series televisivas. Y, por supuesto, a los que ejerzan la profesión de abogados o estén matriculados en alguna facultad de Derecho. No es una serie perfecta –fundamentalmente por problemas de guionización–, pero resulta entretenida y aceptable: entre el aprobado alto y el notable bajo.
La serie ha sido producida por Shonda Rimes, responsable, entre otras de Anatomía de Grey (2005 en adelante) y de su spin–off Sin cita previa (2007–2013). Inicialmente se proyectó en la cadena norteamericana ABC y en España por AXN. Las críticas han sido buenas sin efusión. Va por la tercera temporada, si bien la primera es netamente superior a las siguientes.
FICHA
Título original: How to Get Away with Murder
Título en España: Cómo defender a un asesino
Temporadas: 3 (en total 31 episodios hasta el 3 de marzo de 2016)
Duracion episodio: 43 minutos
Año: 2014–2016
Temática: drama judicial
Subgénero: becarios
Actores principales: Viola Davis, Billy Brown, Alfred Enoch, Jack Falahee, Katie Findlay, Aja Naomi King, Matt McGorry, Karla Souza, Charlie Weber, Liza Weil
Lo mejor: mostrar la realidad del sistema judicial estadounidense.
Lo peor: excesivo retorcimiento de la trama
Puntuación: 6
Web oficial: http://abc.go.com/shows/how–to–get–away–with–murder
Web en castellano: http://www.axn.es/programas/como–defender–un–asesino
¿Cómo verlo?: se ha proyectado en España en el canal AXN y en la actualidad, la primera temporada se proyecta en Netflix. También en versión original a través de eMule y bitTorrent, con subtítulos en http://www.subdivx.com/
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