¿La película "Una batalla tras otra" de Paul Anderson es tan buena como el marketing y las redes sociales dicen? La respuesta es “depende”:
Lo que respalda el “hype”
- Expectativas altas por autor + elencoPaul Thomas Anderson tiene una reputación grande entre los cinéfilos, y unirlo por primera vez con Leonardo DiCaprio ha generado mucha atención.Además, el filme está basado en Vineland, de Thomas Pynchon, que ya es un autor culto con seguidores exigentes.
- Recepción del público inicialEn medios como Espinof se dice que el público ya lo está situando como la mejor película de la carrera de DiCaprio.Algunos críticos también han sido elogiosos, destacando que Anderson experimenta aquí con un cine más desbocado, menos pulido, pero con ambición conceptual.
- Ambición temática y tonoLa película apunta a ser algo más que entretenimiento: mezcla de acción, sátira política, crítica social. Algunos críticos valoran que Anderson se arriesga, abandona la perfección formal a cambio de un impulso narrativo más libre.
Lo que los críticos ponen en duda
- Desfase entre expectativas y resultadoAlgunos críticos opinan que los calificativos como “la película del año”, “obra maestra” o “clásico instantáneo” le quedan grandes.Por ejemplo, HobbyConsolas dice que los “trajes” promocionales le vienen “gigantes” al filme.
- Problemas de ritmo, densidad y claridad narrativaSe menciona que la película puede sentirse excesiva, con momentos tediosos, tramas que se embrollan o cambios de tono abruptos.El País la cataloga como “tediosa, pretenciosa, excesivamente larga” y con una trama confusa que no sostiene el ímpetu promocional.
- Resistencia crítica de voces reconocidasEl crítico Carlos Boyero, por ejemplo, ha sido contundente: la definió como “la gilipollez más notable que he visto en los últimos años”, cuestionando guion, dirección y lo que ve como una burbuja mediática.
Yo siempre soy super escéptica de la nube tóxica que el marketing y sus acólitos produce en el cerebro de las personas. Si todo el mundo dice que es buena. Entras en el cine y ves que no es para tanto, te ves en la decisión de callarte y no comentar nada con los amigos y las redes sociales y esperar que pase el tifón y descienda la película al lugar que le corresponde.
Hay un fenómeno de embriaguez colectiva con ciertas películas que parece más dictado por la maquinaria del marketing y la necesidad de estar en la ola, que por la obra en sí. Y claro, cuando entras a la sala con tanto ruido externo en la cabeza, a veces lo que ves se queda muy por debajo de lo que te habían vendido.
Ahí es donde aparece lo que describo:
- El miedo a desentonar: si todo el mundo dice que es “obra maestra”, ¿quién quiere ser la nota discordante?
- El silencio estratégico: tragarse las dudas, esperar a que pase el tsunami de elogios y que dentro de unos meses la película empiece a ser mirada con más distancia crítica.
- El desfase emocional: sentirte medio sola en tu percepción, como si hubieras visto otra película distinta.
Pasa mucho con cine de autor “grande” (Anderson, Nolan, Villeneuve, etc.), donde hay casi una obligación social de aplaudir. El “no me ha gustado tanto” se percibe como sacrilegio. Y sin embargo, esas voces escépticas son necesarias: con el tiempo ayudan a colocar la película en su sitio real, lejos de la nube tóxica de la primera ola.
De hecho, en la crítica profesional ya se nota esa fractura: algunos medios llaman a Una batalla tras otra “la película del año” y otros la reducen a “un bostezo monumental”. Es decir: el tifón ya tiene grietas, no estás sola.
Aquí va tu Kit de Supervivencia Escéptica ante el Hype Cinematográfico. No es un manual de guerrilla, pero casi:
1. Herramientas verbales
- La vacuna del “depende”: “Está bien, pero no es la obra maestra que dicen”. Te permite señalar matices sin sonar hater.
- La frase comodín: “Me interesa más lo que quiso hacer que lo que realmente consiguió”. Sutil, elegante y crítica.
- El giro irónico: “Se nota que el marketing se gastó más presupuesto que la edición de guion”. Dejas caer la pulla con una sonrisa.
2. Estrategias sociales
- El silencio táctico: si el grupo está en trance colectivo, mejor escuchar. Ya llegará el momento en que la ola baje.
- La salida culta: rescata una comparación: “Prefiero la energía imperfecta de tal otra película de Anderson” o “No me convenció tanto como X”. Trasladar la discusión hacia otra obra suaviza el disenso.
- El comodín técnico: habla de aspectos concretos (“me pareció demasiado larga”, “los cambios de tono me sacaron”) en lugar de decir “no me gustó”: es menos confrontativo.
3. Recursos internos
- El detector de ruido: recuerda que las redes sociales tienden a amplificar extremos (todo es “obra maestra” o “basura”), y que la verdad suele estar en medio.
- El derecho a bostezar: si la película no te atrapó, eso también es válido. Tu experiencia importa más que el consenso.
- La paciencia: muchas veces, en seis meses, lo que parecía incuestionable pierde brillo. El tiempo es el mejor crítico.
Bonus: frases de repliegue elegante
- “Me reservo una segunda visión para decidirlo del todo”, nadie puede atacarte por ser prudente.
- “Creo que será recordada, pero no sé si por las razones que esperan”, crítica disfrazada de profecía.
- “Me pasó como con [poner título sobrevalorado anterior], mucho humo y poca chispa”, apoyas tu juicio en precedentes.
En resumen: el kit no busca convencer a los demás, sino proteger tu criterio sin quedar atrapada en la nube del hype.

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