Situemos a Jarmusch. Con ascendentes checos, germanos e irlandeses, Jarmussch es, al menos culturalmente, hijo de la vieja Europa. Por edad, pareció que llegó tarde a la literatura beatnick, pero se enganchó a Kerouack y Bourroughs. Su cine es “intelectual” como su formación. Un director así, difícilmente podía encontrar acomodo entre las grandes productoras de Hollywood. Era un tipo predestinado a hacer cine “indi”. De hecho, se le tiene como uno de los grandes impulsores de este cine, habitualmente minimalista. Adorna con la presencia de su cabellera blanca todos los festivales de cine independiente que, habitualmente, tienen a bien recompensarle con su reconocimiento en forma de galardones. Los ha tenido de todos los colores y en todas las latitudes. Solamente alguien así podría haberse arriesgado a hacer una película en la que la poesía es el tema central. Porque, Paterson, va de poesía.
PATERSON CONDUCTOR DE BUS EN LA CIUDAD DE PATERSON
No es un trabalenguas. El protagonista de esta historia intimista se llama “Paterson”, nada más, sin nombre, como la ciudad en la que vive, una ciudad realmente existente en el Estado de Nueva Jersey. Una pequeña ciudad de provincias con menos de 150.000 habitantes. Casi un pueblo grande, más que una ciudad pequeña. Entre los notables nacidos en allí figuran tres poetas: el primer es el archiconocido Allen Ginsberg que, solamente por su poema Aullido, hubiera merecido pasar a la historia de la literatura mundial como representante de la beat-generation, Simon Perchik, sobre cuya obra se suele bromear diciendo que es el “poeta desconocido más leído en los EEUU”, y, finalmente Williams Carlos Williams, mayor que los anteriores, fallecido en 1963 y autor de un conocido poema a la ciudad de Paterson. Es a este último al que se hace constante alusión en esta cinta.
Williams Carlos retrata en ese poema a los habitantes de la ciudad con unos tintes casi épicos y extremadamente plásticos. Le interesan las cosas mucho más que las ideas o, mejor dicho, encontraba ideas en las cosas. Leit-motiv que se repite constantemente en su poema y a lo largo de cinco libros que llevan el nombre de la ciudad. Los amantes de la poesía anglosajona, especialmente, suelen leerlo y su estilo no ha perdido vigor ni actualidad.
Uno de los lectores empedernidos de la poesía de Williams Carlos, y poeta a su vez, es el conductor del bus y protagonista de la película. Mientras se sienta tras el volante, Paterson mira a su ciudad y la ve con una luz parecía a la que percibió su poeta de referencia. Al igual que Williams Carlos, se interesa por cada objeto que ve, por una conversación aislada. En algunas ocasiones todo esto le inspira. Aparentemente, no hay nada menos poético que una caja de cerillas, pero él la ve con otros ojos: esa cerilla encenderá un cigarrillo que, posiblemente, sea la conclusión de una pasión. Ahí está la poesía: en los objetos y en su discurrir en el mundo de los humanos. Todas estas inspiraciones las guarda en un cuaderno de notas que le acompaña siempre. Es un tipo rutinario que nunca hace algo que no tuviera programado y que fuera diferente del día anterior: trabajo, casa, paseo al perro, una cerveza. La antítesis de su esposa y, sin embargo, una pareja perfectamente avenida. Ella sueña y cambia, él permanece siempre inmóvil donde está. Ella apoya su poesía, él los proyectos de su esposa. Su esposa recuerda a la artista Yayoi Kusama en su actividad frenética de inventar patrones de repeticiones en imágenes con un parámetro psicodélico.
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA CREACIÓN POÉTICA EN LO COTIDIANO
La poesía no es un género literario que hoy goce de particular predicamento. Lejos están los tiempos en los que en las clases de literatura se memorizaban poesías con la doble finalidad de estimular la capacidad de memoria del alumno como imbuirle la posibilidad de realizar descripciones inspiradas de la realidad y de sus ideales. Editar hoy libros de poesía es la actividad más antieconómica que puede existir en el mundo de la cultura. Se trata de un género muy minoritario: de hecho, prácticamente sólo los poetas leen poemas.
Y además, los amantes de la poesía, como los toxicómanos, los gays y los alcohólicos, tienen una facilidad especial para reconocerse entre sí. Es lo que le ocurre a Paterson (el conductor) cuando, abatido por un percance insuperable generado por su perro (obviemos ampliar datos), más cabizbajo y meditabundo que nunca, conoce a un misterioso japonés. A poco de hablar con él advierte que es un lector de William Carlos. El regalo que este exótico japonés le hará al final de la cinta, resume todo lo que Jarmush nos pretende decir con esta película de dos horas.
Pero, sean cuales sean los giros del argumentos y las vicisitudes de los protagonistas, lo que habremos asistido es a la reconstrucción del proceso de creación poética realizado por el protagonista: observación de lo cotidiano, meditación sobre lo cotidiano, sublimación de lo cotidiano.
UNA PELÍCULA BIEN ACOGIDA POR LA CRÍTICA Y POR EL PÚBLICO
El papel protagonista está desempeñado por Adam Driver. Hay algo de melancólico en su rostro que parece servirle en bandeja este papel. Presente en las dos últimas entregas de Star Wars (su intervención en el episodio El despertar de la fuerza [2015] le valió varios premios al mejor Actor de Reparto por su interpretación como Kylo Ren, malo-malísimo sucesor de Darth Vader y repetirá en la nueva entrega prevista para 2017). Lo sorprendente de Driver es que fue marine voluntario durante tres años, participando en la guerra de Irak y siendo condecorado por ello. Un accidente lo alejó del ejército y lo arrojo en la interpretación. Ha trabajado a las órdenes de Clint Eastwood (en J. Edgar [2011]) y de Spielberg (en Lincoln [2012]).
Su amantísima esposa en la película está representada por la actriz de origen iraní (la ciudad de Paterson, por cierto, es la segunda en población musulmana de los EEUU). Es una actriz joven pero con un amplio recorrido (que le ha valido ser repudiada en su ciudad iraní natal), entre otras ha participado recientemente en Altamira (2016) y en la nueva entrega de Piratas del Caribe que se estrenará a lo largo de 2017). Sus intervenciones le han valido una docena de nominaciones en festivales internacionales.
La “tercera pata” de esta película es el actor japonés Masatoshi Nagase, actor poco conocido en España, pero que ha participado en medio centenar de películas desde su debut en 1983 con apenas 23 años. Su enigmático rostro aporta una sorpresa final a la cinta, una especie de broche de oro que es, a la vez, su moraleja.
RECOMENDADA ESPECIALMENTE PARA…
Si uno aspira a ir al cine y que le cuenten historias que le vayan a aportar algo a su vida, esta película es de visionado ineludible. A través suyo verá como cualquier elemento de lo cotidiano es susceptible de adquirir una dimensión poética y convertirse en un símbolo (esto es, en la expresión sensible de una ideas). Aquella minoría de espectadores a los que les guste la poesía, agradecerán a Jarmusch el haberles dedicado esta cinta. Recordar que las poesías que elabora Paterson pertenecen a Rod Padgett. Contraindicada para quienes esperan trepidantes aventuras, monerías sin fin o sobredosis de efectos especiales y cascadas de decibelios en sensuround. Esta es una película tranquila y en su serenidad reside su hermosura.
En lo personal, si hago un salto en el tiempo tapando mis ojos con las dos manos, desde el 24 de junio de 1992 al 2 de Diciembre de 2016, Jim Jarmusch me permite viajar al pasado y volver al futuro en lo que dura un chasquido de dedos. Esta película se la dedico a mi hijo Alejandro que con 13 años aceptó que fuéramos al cine a ver Noche en la Tierra “Night on Earth”. Nos gustó a ambos y agradecimos a la salida el haber conocido a un director independiente que nos invitaba a descubrir en cualquier actividad humana, los latidos de la poesía.
En lo personal, si hago un salto en el tiempo tapando mis ojos con las dos manos, desde el 24 de junio de 1992 al 2 de Diciembre de 2016, Jim Jarmusch me permite viajar al pasado y volver al futuro en lo que dura un chasquido de dedos. Esta película se la dedico a mi hijo Alejandro que con 13 años aceptó que fuéramos al cine a ver Noche en la Tierra “Night on Earth”. Nos gustó a ambos y agradecimos a la salida el haber conocido a un director independiente que nos invitaba a descubrir en cualquier actividad humana, los latidos de la poesía.
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