On Falling (Laura Carreira, 2024)
Titulares posibles
“El móvil como el nuevo alquiler: pagas antes de comer, aunque te mueras de hambre.”
“On Falling: la más cara dieta digital”
“Lo esencial ya no es invisible a los ojos, sino al WiFi.”
“Comer menos para scrollear más: así es la pirámide alimenticia del precariado.”
“Carreira desnuda lo obvio: sin móvil, la soledad pesa el doble.”
A veces el cine independiente se convierte en el espejo más incómodo, porque refleja lo que ya sabemos pero preferimos ignorar. On Falling, primera película de la portuguesa afincada en Escocia Laura Carreira, no tiene artificios ni giros grandilocuentes: su tema es tan reconocible que da vértigo.
Carreira coloca la cámara frente a una joven atrapada entre trabajos precarios y entrevistas absurdas, donde lo importante no es la experiencia laboral sino si tienes “hobbies”, si tu ocio es suficientemente inspirador para que la empresa te contrate. Un guiño perverso a la idea de que la productividad se mide hasta en tu tiempo libre.
Lo cotidiano se vuelve asfixiante: trabajadores de logística embalando paquetes como autómatas sin el auxilio de robots, comiendo juntos pero cada cual enganchado a la pantalla de su móvil. Y no hace falta ser obrero, por poner ejemplos: también los ingenieros informáticos, privilegiados en teoría, caen en el mismo círculo de alienación, trasnochan enganchados a TikTok y llegan tarde a la oficina, agotados antes de empezar. La pantalla como prótesis emocional y grillete invisible.
La depresión acecha: malo si no trabajas, pero casi peor si trabajas. Lo que duele es la ausencia: no hay libros, no hay conversación con la familia en Portugal, no hay descubrimiento de la ciudad durante el fin de semana. Todo se mide en tiempo de trabajo y tiempo de pantalla, sin resquicio para una vida interior.
La película sin duda encontrará su público en plataformas como Filmin, donde podrá dialogar con el cine social y minimalista de Aki Kaurismäki —pienso en Fallen Leaves o The Match Factory Girl. Aunque el finlandés, a diferencia de Carreira, habla desde la sobriedad, sin la muleta de las redes ni la tentación de lo viral.
¿Ir al cine a pagar 9 o 10 euros por verla? Difícil recomendarlo al gran público: su propuesta es seca, incómoda y más efectiva en la intimidad del visionado casero. Pero como carta de presentación, Carreira deja claro que sabe mirar la alienación contemporánea con ojo certero y sin necesidad de moralina.
Ficha Técnica
Título: On Falling
Directora: Laura Carreira
País: Reino Unido (coproducción con Portugal)
Año: 2024
Duración: 1h 41min
Género: Drama social, ópera prima
Sinopsis:
En Escocia, una joven inmigrante portuguesa encadena trabajos precarios y entrevistas laborales que parecen más tests de personalidad que oportunidades reales. Sin apenas dinero, calcula qué comer y hasta rebusca entre la despensa de sus compañeros de piso antes de renunciar a reparar su móvil roto: su auténtica prótesis vital. Entre jornadas alienantes y el peso de la soledad, su vida parece reducirse al tránsito entre el trabajo, la pantalla y un ocio hueco que no consigue llenarla. Laura Carreira observa sin moralizar, con una cámara sobria, la erosión silenciosa de lo humano en la era del empleo basura y la adicción digital.
5 escenas clave
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La entrevista absurda. La protagonista responde a preguntas sobre sus “aficiones” y “motivaciones”, mientras se percibe que la empresa no busca experiencia sino obediencia y entusiasmo prefabricado.
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El comedor fantasma. En la pausa laboral, decenas de trabajadores almuerzan juntos… sin hablarse, cada uno absorto en su móvil. Un retrato generacional del aislamiento compartido.
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El turno interminable. Una larga secuencia de empaquetado en cadena, sin música, sin palabras, solo el ruido mecánico y los cuerpos agotados. La rutina como coreografía alienante.
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El sacrificio del hambre. El móvil se rompe y cuesta 90 libras repararlo. Ella ahorra recortando en comida, incluso picoteando de los alimentos de sus compañeros de piso. Priorizar la pantalla antes que el plato, porque sin móvil la vida parece aún más insoportable.
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La ausencia íntima. Intenta contactar con su familia en Portugal, pero la llamada nunca ocurre. El silencio pesa más que cualquier diálogo: no hay comunicación, ni raíces, ni sostén emocional.
La película retrata justo esa paradoja kafkiana del mercado laboral:
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Si no tienes aficiones → eres sospechosa de rareza, antisocial, quizá con “algún trastorno”.
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Si tienes aficiones → eres sospechosa de no vivir por y para la empresa.
Total, siempre pierdes. O mejor dicho: gana la empresa, que se queda con la excusa perfecta para descartarte.
Tengo un recuerdo, como guiño autobiográfico a la película:
“Me acordé de aquella vez que en una entrevista laboral en la empresa "Chupa-Chups" me preguntaron por mis aficiones. Contesté la verdad: cine, senderismo, viajar, leer, gimnasio, cantar en un coro, amigos… La cara del entrevistador cambió: todo eso ‘restaba dedicación a la empresa’. Entonces entendí que, en el mercado laboral, da igual lo que digas: si tienes vida fuera del trabajo, eres un peligro. Si no la tienes, eres un bicho raro. Moral: malo si trabajas y malo si no trabajas. Carreira lo muestra en imágenes; yo lo viví en primera persona.”
#OnFalling #LauraCarreira
Algunas reflexiones muy en línea con lo que transmite On Falling.
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Los nativos digitales han nacido bajo el reinado de la pantalla. No conocen otro lenguaje de comunicación y, en consecuencia, arrastran un déficit de habilidades sociales tan invisible como profundo.
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El encuentro cara a cara les resulta tedioso. Cuando se relacionan, se aburren: el otro no compite con la inmediatez del scroll infinito. El prójimo nunca es tan rápido como TikTok ni tan obediente como el algoritmo.
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Como toda adicción necesita un villano, la del móvil tiene su culpable. No es solo el individuo: es el dispositivo convertido en aguijón constante, que roba atención, tiempo y deseo. Ese chupete luminoso que calma al adulto mientras lo vacía por dentro.
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Todo trabajo encierra un grado de alienación. La rutina laboral, sea blanca o gris, corroe la imaginación y reduce a engranajes incluso a quienes creen estar fuera del sistema.
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Cuanto más sencillo sea el trabajo, menos espacio queda para la creatividad y menos oxígeno para el cerebro. Y cuando la robótica lo sustituya, desaparecerá ese problema… pero llegarán otros nuevos, más sutiles e inquietantes.
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El espejismo del salario social: cobrar por no hacer nada. Una promesa tentadora, aunque quizá el precio sea aún mayor: renunciar al sentido mismo de la vida activa.



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