martes, 28 de febrero de 2017

The Founder


EL FUNDADOR

Si alguien nos hubiera dicho hace unos años que veríamos a Michael Keaton como impulsor y visionario de la cadena de hamburguesas McDonald, no lo hubiéramos creído. En realidad, tampoco estamos muy predispuestos a pensar que la cadena McDonald merezca este tipo de publicidad, como tampoco el coronel Sanders o el creador del mechero Zippo, la merecerían. Y, sin embargo, la película es entretenida y resulta interesante. Particularmente notable es la actuación de Keaton que, siempre ha sido un buen actor, pero que desde hace unos años está que se sale. 

Unas cifras bastan para darnos cuenta del alcance del fenómeno McDonald’s: 68 millones de clientes por día, 36.000 establecimientos con su logo en todo el mundo, presentes en 119 países de los cinco continentes y con 1,7 millones de empleados. La empresa tuvo su origen en 1940 cuando los hermanos Dick y Mc McDonald crearon un pequeño restaurante. Ocho años después, decidieron ofrecer sólo comida rápida. La empresa hubiera sido una de tantas de no ser porque un hombre providencial se cruzó en su camino: Ray Kroc. Era 1955. Los restaurantes se convirtieron en franquicia. Lo que en 1940 era apenas un chiringuito de perritos calientes, en la Ruta 66 cerca de San Bernardino, que ni siquiera tenía logo. 



Kroc fue el verdadero creador de la empresa. Conocía el sector de la alimentación que se había pateado durante años intentando vender máquinas de malteados. Un buen día recibió un pedido de un establecimiento que le pidió ocho de sus aparatos en lugar de uno. Al llegar allí le sorprendió lo que vio: un local extremadamente limpio, con un servicio rápido y eficiente. Así que abandonó las máquinas de malteados e ingresó en la empresa. Transformó la pequeña cadena de restaurantes en franquicia. Si los hermanos McDonald fueron los creadores. Kroc fue el verdadero fundador de la franquicia, por mucho que desde los años 60 haya cambiado en varias ocasiones de orientaciones y filosofía y que, a partir de los 80 se cuestionara una y otra vez la calidad de sus productos.

Pues bien, esta película trata de los tiempos fundacionales en la que el restaurante se transformó en franquicia y lo hace de la mano de la historia personal de Ray Krok, papel que, obviamente es interpretado por Michael Keaton.

La película nos muestra a los dos hermanos McDonald, tipos inteligentes y emprendedores, pero conservadores e ingenuos. Ellos fueron los creadores del “producto” (pocos platos, pero rápidos de hacer basados en las consabidas hamburguesas) pero Kroc fue el genial “difusor”. La película nos dice, sobre todo, que en América para triunfar hay que ser original, sí, pero además creer ciegamente en el producto y, sobre todo, ser constante en lo que se hace. Si se dan estos tres factores, como se dieron en la personalidad de Kroc, uno será llamado y llevado al éxito.

Así pues, la película tiene valores positivos, independientemente de que el vehículo para transmitirlos sea algo tan pobretón gastronómicamente hablando como una hamburguesa que apenas se ha cocinado en 30 segundos. La imagen de Kroc recorriendo “dinners bar” intentando vender su mercancía empieza siendo patética hasta que llega a la hamburguesería McDonald: entonces tiene la “iluminación”, todo lo que ve allí le gustó, lo considera como quintaesencia de lo americano (empezando por el nombre “McDonald”, fluido y delicioso, a él cuyo apellido se le antoja rotundo, propio para desportillar la dentadura). Porque, aun coincidiendo las tres características que antes hemos definido,  necesarias para triunfar en EEUU, hace falta una cuarta: el tener una brusca y rápida iluminación. Para Kroc, el “camino de Damasco” que le alejó de las máquinas para malteados y lo sumergió en el mundo McDonald, fue el pisar por vez primera aquel restaurante en el que todo estaba limpio y las familias parecían felices solo por llevar a sus hijos. A partir de esa primera visita y de cerrar el acuerdo con los hermanos McDonald, Kroc aparece como un predicador de su causa mucho más que como el ejecutivo de una nueva empresa. Hay algo de todo esto en las empresas norteamericanas e incluso en la propia civilización estadounidense con tendencia a las fugas místicas. Kroc encarna estos valores a las mil maravillas. Hay algo también de histrión en sus alabanzas y loas al nuevo sistema de venta de hamburguesas… justo el mismo que vemos en cualquier telepredicador. La inspiración casi religiosa es el último factor, pues, para triunfar en los EEUU.

No es la primera vez que un negocio es llevado al cine. A fin de cuentas, Piradas de Silicon Valley (1999) nos muestra como un grupo de inmaduros emocionales logran crear dos grandes empresas que hoy figuran ante las más importantes del mundo (Apple y Microcoft). El mismo tema reaparece en La red social (2010) dedicado a la vida de otro empresario de éxito, Mark Zuckerberg, creador de Facebook. No todas estas películas acaban bien: en Enron, los tipos que estafaron a América (2005) se nos cuenta la caída de esta empresa que durante un tiempo pareció intocable. Y cuando Leonardo de Caprio asumió el papel de Howard Huges en El aviador (2004) lo que nos estaba contando eran los negocios que lo hicieron célebre. Hasta el tema central de Forrest Gump (1994) es como un pobre diablo se convierte en multimillonario a pesar suyo. Finalmente, una de las grandes películas de la historia del cine, Ciudadano Kane (1941), nos lleva también por el mundo de los negocios y nos cuenta como Willian Randolph Hearst (o si se prefiere Charles Foster Kane) se convirtió en magnate.

La película El fundador ha sido diestramente dirigida por John Lee Hancock y guonizada por Robert Siegel. Hancock bien sirviendo regularmente películas notables: The Blind Side (2009, Un sueño imposible), con Sandra Bullock que mereció un Oscar por su intervención y reventó las arcas de las taquillas, El Alamo (2004) con la que, ayudado por Billy Bob Thortom, al menos igualó la calidad de la película original de 1960 (lo que no era sencillo y hubiera podido devorarlo vivo). Ha rodado pocas películas y de ellas, solo cinco han llegado a España. La primera, El novato (2002), realizada para la Disney, multiplicó por cuatro la inversión inicial. La penúltima, también para Disney llevó 80 millones de beneficios. Su carrera, hasta ahora, no se ha visto aquejada por ningún percance, ni siquiera por un modesto resultado económico. Hará falta ver el balance de El Fundador, acaso la que, por su temática tan concreta, inicialmente, no parezca llamada al éxito. 

Claro está que el papel que desarrolla Keaton en la cinta es magistral y, sin duda, figurará entre sus grandes actuaciones. Con 65 años de edad, sus éxitos se cuentan por decenas. Quién le iba a decir a aquel actor casi imberbe que vimos una tarde en la serie La chica de la Tele (1979, El sohw de Mary Tyler Moore), iba a protagonizar ocho años después Beetlejuice de la mano de Tim Burton, o a ser un superhéroe rivalizando con un Nicholson pasado de vueltas en Batman (1989), para luego volver a verlo en su pequeño pero electrizante papel en la shakespereana Mucho ruido y pocas nueces  (1993) y otros muchos éxitos que protagonizó en los 90. Dos interpretaciones suyas merecen ser destacadas: cuando asumió el papel del realmente existente James Jesus Angleton, uno de los fundadores de la CIA en la miniserie The Company (2003) y Birdman de González Iñarritu, oscarizada hasta las trancas, y que le puso a él personalmente, el primer Oscar de su carrera.


Todos estos elementos hacen de El Fundador una película notable: ambiciosa por lo que nos quiere transmitir (cómo se triunfa en EEUU y qué es necesario para triunfar allí) y cómo lo transmite.  

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