Antes de pasar a leer el artículo de Eva... quiero felicitar a los chicos por la perseverancia en sus sueños. ¡Bravo!
Me parece que fué Bill Gates el que vino a sugerir en unos de sus libros: Para guardar datos ya están las máquinas... para soñar está el ser humano.
Cambia Cabo Cañaveral por un pueblito de Los Monegros -Bujaraloz- y la sala de misión de la NASA por la parte de atrás de un Peugeot. Son las 9.10 horas de la mañana del 28 de febrero de 2009 y cuatro jóvenes están a punto de lanzar al espacio su propia sonda meteorológica. "Fueron unas horas muy, muy tensas", recuerda Gerard Marull, uno de los cuatro jóvenes creadores del Meteotek'08.
Compuesto por un globo de helio en látex, una sonda 'made in mis manitas' con radio a pilas y mucho ingenio, la brico-sonda que nació como un proyecto escolar del Taller de Tecnología del IES La Bisbal (Girona) cumplió su misión: consiguió recoger datos meteorológicos -presión, temperatura...- a más de 30.000 metros de altura y, lo que es más importante, captar la belleza de la estratosfera con una simple cámara de fotos doméstica.
El Día D de los Monegros (eligieron este lugar porque estaba alejado del mar y del espacio aéreo) el propio Gerard, Sergi Savall, Martí Gasull y Jaume Puigmiquel, junto a su profesor, Jordi Fanals, se mordían las uñas con los ojos clavados en la pantalla de los dos portátiles que les servían de control base. Todo desde el interior de un coche con antena en el techo, como espías de los años 60, tanto que la Guardia Civil les paró para preguntarles qué estaban haciendo.
El primer suspiro llegó cuando la sonda superó la barrera psicológica de los 10.000 metros de altura. El primer susto llegó cuando las baterías de los portátiles empezaron a fallar y el portátil de emergencia no conectaba con Google Earth, a través del cual seguían la señal de posición de la radio del Meteotek'08. "Siempre hay que contar con un margen de error", admite Gerard, y fue entonces cuando llegó el suyo. La solución: conectarse a la corriente en la casa del primer vecino de la zona que les echó una mano.
Superado el susto, la sonda alcanzó los 30.677 metros de altura y explotó. Durante la caída, el Meteosek'08 seguía enviando datos, hasta que acabó a 38 kilómetros del punto de lanzamiento. El viaje había durado dos horas y diez minutos.
Aunque había cumplido su objetivo, aún quedaba un interrogante por resolver: ¿Habrá soportado la cámara las condiciones extremas de la estratosfera y, sobre todo, el impacto de la caída? Nuevos nervios, y nueva alegría: habían conseguido, gracias a una cámara doméstica -que sólo habían manipulado para poder accionar el disparador automático a distancia- habían captado imágenes extraordinarias de la estratosfera.
El sueño de un año de trabajo se había cumplido. Atrás quedaba un proyecto escolar que, como recuerda Gerard, "se hizo más largo que el curso". Acabados sus estudios secundarios y superados sus exámenes de selectividad, los cuatro jóvenes y su tutor emplearon todo su tiempo libre para dar forma a la idea que había nacido en la secundaria. Ahora los cuatro van a la universidad. Pese a las dificultades -tardaron meses en arreglar una avería de la radio- nunca se desilusionaron, como admite, orgulloso, Gerard: "Nunca pensamos que era algo que no podíamos hacer".
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