1. Fritjof Capra. Un fiera. Si yo fuera un patriarca bíblico y Yavhe-Dios me preguntara a cuál de los pensadores de la New Age salvaría de un apocalipsis bajo demanda, sin dudarlo salvaría a Fritjof Capra, no solo porque su nombre indica rotundidad, sino porque sus dos obras El Tao de la Física y El punto crítico constituyen los enunciados del nuevo paradigma holístico que sustituye al obsoleto y periclitado paradigma mecanicista de los tiempos de maricastaña (esto es del trío de bencina Newton-Bacon-Descartes). Científico especializado en partículas subatómicas, observándolas percibió en ellas la "danza de Shiva", es decir, lo que subyace en el fondo de la manifestación. A partir de sus trabajos arrancó la "nueva física" que, paradójicamente va al encuentro de la física presocrática. Una vez más, los últimos serán los primeros.
2. Rupert Sheldake. Profesor de botánica en Cambridge, enunció su teoría sobre la causalidad formativa derivada de la resonancia mórfica. Que no cunda el pánico: leerlo es entenderlo. Viene a decir que los patrones de comportamiento no dependen de las leyes físicas sino de los hábitos. Vamos, que las cosas que salen con más facilidad son las que se hacen durante generaciones. De ahí lanzó la teoría de los "campos morfogénicos", independientes del espacio y del tiempo... Para entendernos: que un embrión desarrolla no solo su ADN sino que se programa en función del "campo morfogénico" del lugar donde se encuentre. Al compartir dicho espacio con otros seres de su especie tiene los mismos rasgos y hábitos prenatales. Así enunciado parece más liado que la política económica de Solbes, pero es una teoría de gran atractivo y singular belleza... porque tiende a decirnos por qué somos como somos.
3. Abraham Maslow. Se sabe de su existencia por el anuncio de un vehículo que alude a la "pirámide de Maslow". Pero Maslow es algo más que un anuncio. Investigó inicialmente a monos y seguramente eso le dio la clave de la psicología humana. Hay que decir que tras los monos pasó a las culturas primitivas. Mamó en las fuentes de Aldous Huxley y Fromm principalmente. Y con todo el bagaje que le dio el conocimiento de los monos y de los primitivos montó el "Instituto Esalem" hasta su muerte en 1970. A diferencia de los psicólogos de la época no estudió a tipos tarados y con problemas, sino a triunfadores que él llamaba "autorrealizados". De ahí la pirámide del anuncio.
4. Marilyn Fergusson. Aun le dura a la chica la fama del libro que publicó en 1980, La conspiración de Acuario, una obra esencial para comprender la grandeza y miseria de este movimiento. Claro está que la Fergusson sólo alude a la grandeza. Las miserias las debe descubrir el individuo por sí mismo (y haberlas, haylas). La habilidad de la Fergusson consistió en sintetizar en una sola obra lo que se coció en la década de los 70 en la contracultura venida a menos y que cuajó en los 80 en el movimineto de la New Age. Fue ella la que percibió la importancia del "nuevo paradigma holístico", su segunda obra, La revolución del cerebro es, interesante pero prescindible.
5. David Bohm. Físico -osea, cerebrito-, su obra La totalidad y el orden implicado, cuando se logra descifrar (y no puede leerse como el Código Da Vinci o uno de Ken Follet), recupera la vieja idea de la física presocrática de la "unidad esencial del universo". Bohm parte de la idea de "integridad" para explorar el orden inherente en las relaciones a un nivel no manifestado. El "orden implicado" es lo que está envuelto en la materia.
2. Rupert Sheldake. Profesor de botánica en Cambridge, enunció su teoría sobre la causalidad formativa derivada de la resonancia mórfica. Que no cunda el pánico: leerlo es entenderlo. Viene a decir que los patrones de comportamiento no dependen de las leyes físicas sino de los hábitos. Vamos, que las cosas que salen con más facilidad son las que se hacen durante generaciones. De ahí lanzó la teoría de los "campos morfogénicos", independientes del espacio y del tiempo... Para entendernos: que un embrión desarrolla no solo su ADN sino que se programa en función del "campo morfogénico" del lugar donde se encuentre. Al compartir dicho espacio con otros seres de su especie tiene los mismos rasgos y hábitos prenatales. Así enunciado parece más liado que la política económica de Solbes, pero es una teoría de gran atractivo y singular belleza... porque tiende a decirnos por qué somos como somos.
3. Abraham Maslow. Se sabe de su existencia por el anuncio de un vehículo que alude a la "pirámide de Maslow". Pero Maslow es algo más que un anuncio. Investigó inicialmente a monos y seguramente eso le dio la clave de la psicología humana. Hay que decir que tras los monos pasó a las culturas primitivas. Mamó en las fuentes de Aldous Huxley y Fromm principalmente. Y con todo el bagaje que le dio el conocimiento de los monos y de los primitivos montó el "Instituto Esalem" hasta su muerte en 1970. A diferencia de los psicólogos de la época no estudió a tipos tarados y con problemas, sino a triunfadores que él llamaba "autorrealizados". De ahí la pirámide del anuncio.
4. Marilyn Fergusson. Aun le dura a la chica la fama del libro que publicó en 1980, La conspiración de Acuario, una obra esencial para comprender la grandeza y miseria de este movimiento. Claro está que la Fergusson sólo alude a la grandeza. Las miserias las debe descubrir el individuo por sí mismo (y haberlas, haylas). La habilidad de la Fergusson consistió en sintetizar en una sola obra lo que se coció en la década de los 70 en la contracultura venida a menos y que cuajó en los 80 en el movimineto de la New Age. Fue ella la que percibió la importancia del "nuevo paradigma holístico", su segunda obra, La revolución del cerebro es, interesante pero prescindible.
5. David Bohm. Físico -osea, cerebrito-, su obra La totalidad y el orden implicado, cuando se logra descifrar (y no puede leerse como el Código Da Vinci o uno de Ken Follet), recupera la vieja idea de la física presocrática de la "unidad esencial del universo". Bohm parte de la idea de "integridad" para explorar el orden inherente en las relaciones a un nivel no manifestado. El "orden implicado" es lo que está envuelto en la materia.
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