“Lo que sucede en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, dice uno de los pocos dichos populares norteamericanos. Por lo mismo puede decirse que “Lo que sucede en el Desierto de San Juan (Buenos Aires) se queda en el Desierto”. Tal es la sensación que iba apoderando de nosotros mientras se desgranaban los 77 minutos de esta ópera primera de dos directoras del Cono Sur: Cecilia Atán y Valeria Privato. Vale la pena decir, en principio, que se trata de una road movie clásica. No por ser clásica es menos agradecida de ver. Bienvenido, pues, a La Novia del Desierto.
Es una historia simple en la que el Desvío y el Azar juegan con los protagonistas. Las dos directoras, que al mismo tiempo, han sido las guionistas, nos cuentan la historia de Teresa, una mujer madura que ha trabajado durante muchos años como sirvienta para una familia bonaerense. Sin embargo, sus patrones deciden vender la vivienda y emprender una nueva vida que repercute también en su sirvienta: lo que hasta ese momento había sido para ella un refugio de seguridad hecho a base de obligaciones y rutinas, con la contrapartida de tener el sustento y las necesidades mínimas aseguradas, a partir de aquí se convierte en una situación de dudas e incertidumbres.
En el curso del viaje hacia su nuevo destino, pierde sus pertenencias en el interior de la furgoneta de un buhonero. Va a parar al santuario de Deolinda Correa (mujer que cruzó el desierto en busca de su marido con un bebé en los brazos y murió de sed, pero el niño logró sobrevivir alimentado por el pecho de la madre muerta) en el desierto de la provincia de Buenos Aires y, aunque no tiene mucha fe en ningún Dios, respeta y le impresiona la fe de otros.
Acompañada por “el Gringo”, un atrabiliario y carismático personaje, charlatán y excesivo, atravesará se viaje iniciático para recuperar su bolso con sus pertenencias. “El Gringo” es un hombre que sabe esperarla. Teresa, que pierde el bolso pero irónicamente lleva a cuestas su incomodidad de relacionarse con la vida. Ambos son el día y la noche: circunspección frente a extroversión, elementos que realzan el carácter de la road movie. Las relaciones entre ambos derivan desde la desconfianza inicial hasta la amistad final.
La película tiene a dos codirectoras noveles y a dos protagonistas que ejercen como columnas sobre las que se sostiene todo el relato. Cabe decir de las dos directoras han recibido varios premios por esta producción y previamente habían filmado algunos documentales y premios de guionización, así que no eran completamente desconocidas en el mundo del cine iberoamericano. En cuanto a los protagonistas cabe elogiar el trabajo tanto de Paulina García como el de Claudio Rissi, chilena y argentino respectivamente, muy conocidos en el Cono Sur y ampliamente premiados. Ambos componen sendos personajes que combinan perfectamente, ella por sus silencios y gestualidad corporal, y él por las frases provocadoras y excesivas.
Algunos recursos de la fotografía son interesantes de comentar y no pasan desapercibidos para el espectador. El desenfoque de las personas a las que Teresa no presta atención nos ha parecido muy interesante. Nos dice que si Teresa no ve a los demás es que su vida está agotada. La banda sonora también merece destacarse. El ruido de los paisajes áridos, protagoniza en el espectador la sensación de estar ahí. Vanamente buscaríamos algún exceso en la película. El paisaje lo aporta todo. El espectador no va a sufrir un coma diabético de melodrama y sentimentalismo. La película, en este sentido, no es demasiado provocadora, sino más bien tranquila.
Al final se llega a la conclusión de que lo que hemos visto es entretenido, interesante y breve pero conciso. Es una buena película, en definitiva, que anima a observar las trayectorias posteriores de sus dos artífices. Ahora bien, hay que poner las cosas en su justa medida. Una cosa es reconocer las cualidades de esta película, sus valores y su interés, lo magistral de las interpretaciones y lo sobrio del guión, y otro muy diferente exaltarla hasta más allá de lo razonable como “uno de los grandes películas románticas de 2018”. Cabría más bien decir que la verdad es que no lo vemos como tal. Creemos que son dos personas que realizan un viaje con lo que cabe en sus mochilas. Es lo que han conseguido aquilatar en la vida y se reduce a lo útil y a lo inútil. Son dos personas que su carácter ha obligado a elegir su modo de vivir el día a día en círculos de confort muy distintos.
Presentada en la Sección Oficial del Festival de Cannes de 2017, la película resultó premiada. Así mismo se llevó el premio a la mejor película en el Festival de la Habana y en los Premios Sur fue nominada al mejor guión adaptado, a la mejor música y a la mejor ópera prima.
Película interesante por determinados conceptos y que resulta un buen primer paso para las dos directoras. Película que gustará a un público muy diversificado con predisposición hacia el cine introspectivo y sereno. Obviamente si su perfil es de espectador con predisposición hacia las películas de acción, efectos especiales y bofetadas, esta no es, desde luego, su película. Pero, en cambio, si quiere aprender algo sobre la vida, los problemas, las historias mínimas bien contadas y los paisajes austeros, ésta es su película.
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