lunes, 14 de noviembre de 2016

Xena, la princesa guerrera


Pocas series como estas se han convertido en reclamos fetichistas para millones de espectadores y no solo masculinos. Xena no ha sido la única princesa guerrera fotogénica. Cuando se filmó la serie El Señor de los Anillos, aparecía (mucho más brevemente en la película que en la novela de J.R.R. Tolkien) la figura de Eowin… “la princesa guerrera”. Disponía de genealogía propia: era hermana del rey Théoden y hermana de Éomer, mariscal de Rohan. El autor la llama también la “Dama Blanca de Rohan”. La describe así: “fuerte y vigorosa a la vez, templada como el acero, verdadera hija de reyes”. Aragorn la encontró hermosa y fría “como una clara mañana de primavera que no ha alcanzado aún la plenitud del día”… Parece bastante claro que la inspiración inicial para crear a la protagonista de la serie, Xena, la princesa guerrera, inicialmente fue la figura de Eowin. Ambas manejan la espada con facilidad, ambas están insertadas en una fantasía heroica, ambas luchan heroicamente y ambas tienen algo de las antiguas amazonas de la Grecia clásica: las mujeres guerreras. 



En el ciclo cinematográfico creado por Peter Jackson, el papel de Eowin está bastante disminuido en relación a la novela, y es interpretado por Miranda Otto, a quien recientemente hemos visto en la quinta temporada de Homeland. Sin embargo, en la novela, su rol es mucho más importante: se entiende que una parte de la inspiración procediera de esta figura literaria. La otra eran las amazonas de la mitología clásica. Éstas, en el fondo, no representaban más que al principio guerrero feminizado, de la misma forma que la raza de los Héroes y la raza de los Titanes eran su contrapartida masculina. En la serie Xena, ambas influencias son palpables. Pero, así como Tolkien se inspiraba en las mitologías germánicas (aprovechando sus conocimientos académicos como profesor de literaturas anglosajonas) y procuraba que sus personajes fueran fieles al espíritu de estas literaturas, los guionistas de Xena, siguiendo la costumbre de Hollywood, no se preocupan mucho de ser fieles al perfil mitológico de las amazonas y mucho menos a su encuadre histórico. 

A veces, viendo esta serie, incluso sus más fanáticos partidarios, sienten cierto malestar al ver aparecer en la pantalla a César, Pompeyo, Galeno, Bruto y tantos otros personajes construidos sin respeto alguno por sus rasgos históricos reales. Los arcaísmos son continuos: la serie parece ambientada en la Grecia clásica, algunos de los mitos son griegos, pero otros personajes remiten directamente a la historia de Roma. De todas formas, sería inútil pretender un encuadre histórico de la serie: está confeccionada a despecho de cualquier dato histórico objetivo y, desde luego, nunca sus guionistas pretendieron dar lecciones de historia. 

Así pues, tenemos a un personaje que surge de las síntesis entre Eowin y las amazonas. Es una guerrera que domina todas las artes del combate, casi invencible y heterosexual, por mucho que el lesbianismo ribetee la serie. Está presente y planea de manera morbosa en casi todos los episodios, pero nunca termina de concretarse. Los productores la han diseñado así: la serie satisface los morbos masculinos más recurrentes, pero nunca se transforma en lesbianismo, ni sadomasoquismo explícito; los productores consideraban estas vías como inapropiadas, no por sanciones morales, sino porque no hubiera gustado al público norteamericano. Y como no también a las mujeres heterosexuales que busquen ejemplos de super heroínas, un marketing nada despreciable con los índices de audiencia del público femenino.  


Las protagonistas indiscutibles de la serie son dos, Xena y su compañera de aventuras Gabrielle. La primera es un cuerpo macizo, rostro ancho, hombros y caderas potentes, muslos como columnas dóricas, semblante fiero. Es la imagen misma de la fuerza y del vigor. Su coraza más parece un corsé destinado a contener sus turgencias que un protector contra las iras del enemigo. Armada con una espada hubiera podido ser la novia de Conan, menos ciclada, sin la sobredosis de esteroides y anabolizantes de su pareja, pero con su misma fiereza y agresividad. Una morena rotunda, en definitiva. Por el contrario, Gabrielle es rubita, veinte centímetros más baja que su compañera, rostro angelical, mirada entre melancólica e ingenua y permanentemente en peligro. No es que Gabrielle sea la escudera de Xena, ni nada por el estilo, ni siquiera es su subordinada, es, simplemente, su compañera, pero es más débil que ella, precisa protección y ayuda y es Xena quien se la facilita. La imaginación de los espectadores masculinos vuela: nunca pierden la esperanza de que, antes o después, protagonicen escenas lésbicas y se prodiguen mutuamente morbosas ternuras. Pero esto, que se insinúa de continuo, jamás llega a cristalizar. Muchos son, de todas formas, los colectivos de lesbianas que han convertido a las dos protagonistas de la serie en iconos de la causa feminista y de la cultura pop de los noventa.

Es difícil saber que impulsa a Xena y a su compañera, hacia dónde se dirigen o qué pretenden. El guionista no ha sabido, querido o podido, arrojar un poco de claridad en este terreno. Simplemente están “en el camino”. En cada etapa se encuentran con situaciones ante las que se creen obligadas a luchar y personajes o comunidades a las que deciden defender. La serie es, pues, una reedición de la eterna lucha entre el “bien” y el “mal”. 

La voz en off describe a la protagonista en el arranque de cada capítulo: “En la era de los antiguos dioses, de los señores de la guerra y de los reyes; una tierra convulsionada clamaba por un héroe. Ella era Xena, una temible princesa forjada en el calor de la batalla. Poderosa... pasional... peligrosa... Su valentía cambió el mundo”. A partir de aquí se puede intuir que en los siguientes cuarenta minutos van a proliferar las bofetadas, las peleas, los conflictos y las escenas de combate. Así mismo, es igualmente significativa la música compuesta por Joseph LoDuca, extraída de una balada búlgara cuya traducción al castellano refuerza los contenidos de la serie: “La mujer cabalga sola | Su pasado la cubre de vergüenza | Contra los ejércitos de un mundo oscuro | Ella lucha por el bien. | Sonidos de cuernos se acercan | “¡Dejad paso a la guerrera!” | Los tambores rujen en ritmo | ¡La Princesa Guerrera ya está aquí!”

La serie cambió mucho a lo largo de los seis años que estuvo en antena. Inicialmente, la misma productora no apostaba por Xena. Creían que se iba a tratar de un ensayo que permitiría perfilar series posteriores de fantasía heroica. Cada temporada es distinta de las anteriores: en la primera se percibe limitación de medios; en la segunda los efectos especiales se trabajan un poco más y en la tercera aún más. La cuarta es, quizás, la mejor y a partir de ese momento decae. 


Vale la pena decir algo sobre el historial cinematográfico de ambas protagonistas. Xena, o lo que es lo mismo, Lucy Lawless, proliferó a partir de entonces su presencia en más y más series televisivas, desde Los Expedientes X (1993-2016) hasta Courb your enthusiasm (2000-2011) y desde Spartacus (2012-2014) hasta Agent of Shields (2014-2015). En ocasiones cuesta reconocerla sin su atuendo salvaje y guerrero. Fue elegida como una de las 50 mujeres más hermosas del mundo por la revista People. A pesar de que parezca increíble, nunca ha tenido ni conocimientos concretos en artes marciales, ni una habilidad especial para montar a caballo; lo que le valió ser elegida para protagonizar la serie, fue, simplemente, su físico poderoso. Actualmente, también sigue una consolidada carrera como cantante. Podemos decir que ha superado el riesgo de quedarse encasillada por el personaje que la catapultó a la fama y le hizo ganar distintos premios a la mejor interpretación, incluidos un Emmy. Renée O’Connor (“Gabrielle”), en cambio, si es deportista (alpinista y practica kickboxing y equitación). Aunque su carrera cinematográfica ha sido más limitada: después de Xena, ha filmado varias películas y sigue asistiendo a reuniones de clubs de fans de la serie. No hace tanto, la reconocimos en un papel de reparto en la película Moby Dick 2010 (2010).

Las audiencias medias superaron con facilidad en los EEUU los 5-6 millones de espectadores. Inmediatamente se convirtió en un fenómeno de masas. Las actrices protagonistas estaban presentes en las comic-com, aparecieron por todas partes clubs de fans (algunos de los cuales todavía existen), se vendieron decenas de gadgets inspirados en la serie y aparecieron libros, cómics y videojuegos que trasladaban a cada medio las aventuras de Xena y de su compañera. Si hubo en los 90 un producto de la cultura pop que derivara de una serie televisiva, éste fue sin duda Xena, la princesa guerrera. La serie influyó en otras que aparecieron con posterioridad y que, difícilmente hubiera sido admitidas, de no existir el precedente de Xena que les abrió camino. Buffy cazavampiros (1997-2007) o las dos entregas de Kill-Bill de Tarantino (2003-2004), por ejemplo, circulan por la senda abierta por Xena. Cuando en 2005, los astrónomos descubrieron un planeta enano, le pusieron como nombre “Xena” en homenaje a esta serie y a su protagonista. Obviamente, el satélite que se descubrió orbitando en tono a este planeta, fue llamado “Gabrielle”. 

La serie pertenece a aquel tipo de productos que gusta a un público particularmente amplio: gustará a varones heterosexuales de todas las edades que sabrán admirar las hechuras de las dos protagonistas. Volverá locos a los que amen la fuerza y el músculo en la mujer; a quienes sean habituales de las películas de aventuras y no pidan mucho rigor ni en la ambientación ni en la historia. Y, claro está, hará las delicias de militantes feministas y a miembros de colectivos lésbicos en busca de iconos. 


Ficha

Título original: Xena, warrior princess
Título en España: Xena, la princesa guerrera
Temporadas: 6 (134 episodios)
Duración episodio: 41-44 minutos
Año: 1995–2001
Temática: Aventuras
Subgénero: Amazonas
Actores principales: Lucy Lawless, Renée O’Connor, Alexandra Tydings, Claire Stansfield, Jennifer Sky, Kevin Smith, Karl Urban, Hudson Leick, Robert Trebor, Bruce Campbell, Timothy Omundson, Ted Raimi.
Lo mejor: La agresividad del eterno femenino.
Lo peor: La falta de respeto por la mitología clásica.
Puntuación: 6,5
Web del Oficial Xena Fan Club

¿Cómo verlo?: Puede adquirirse en DVD, en varias colecciones y formatos. Se puede conseguir a través de programas “peer to peer”.

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