lunes, 12 de agosto de 2013

Los sonidos del sexo nos llevan a la madre



Volvemos a nacer con los gemidos del sexo.

Tengo una hipótesis: hacemos el sexo con bastante ruido pero en lugar de ser un complemento insignificante es la razón de nuestra vida.
Se cree que los gemidos son esencialmente un adorno sexual de liberación afrodisíaca, que hace sincronizar a la pareja para guiarlas y llegar al climax.
Esta activad psicofísica sexual es tan intensa que es natural sentir una explosión de placer cuando se llega al orgasmo.
El instante, el momento en que apoyo mi teoría, como si de una mesa de madera carísima y exquisita, encontrara el "posavasos" donde colocar mi copa, es el instante del "parto" de nuestro nacimiento a la vida exterior... fuera del útero materno. Expulsados y desterrados. 
Es fácil hacer una simple memoria, una relación de las 24h de jornada particular en el vientre materno.
La atmósfera, la vibración de los sonidos... ahora debéis imaginar cualquier sintonizador digital de radio: respirar, tragar saliva, sonarse los mocos, tirarse pedos, el latido del corazón, hablar, cantar, hacer el amor, gritar, comer, dormir, etc... Las vibraciones las "vive" el esperado bebé en dos dimensiones: a través del oído y del cuerpo. Llegan al cerebro y este procesa la información.
Otro elemento importante serán las sensaciones, las emociones que durante el embarazo serán vertidas en la sangre que alimenta al bebé a través de la placenta. En la sangre hay muchísimas hormonas producidas en un recorrido que van del placer al miedo, pasando por el aburrimiento, angustia o éxtasis.

Son muchos los factores que van a modelar nuestro sexo o la búsqueda del miedo en nuestra vida. 

El parto es un momento extremadamente intenso y dramático de liberación donde hay jadeos, gemidos, llantos, risas, gritos y en la voz una descarga de emociones. Cada persona tiene el umbral de dolor diferente, "no duele tanto como en las películas... duele más, el dolor es inmenso". Hay partos muy violentos con intensas contracciones y gritos de dolor. En algunos hospitales no está permitido gritar... está mal visto. Del dolor ni hablemos con las maravillosas inyecciones llenas de drogas, "calma chicha". A las mujeres se les reprime con calmantes, entre otros métodos o con multas como en Zimbabue que cobran por cada grito.
Actualmente dicen que gritar en el parto puede ser contraproducente ya que se pierde fuerzas y aumentan los dolores de angustia. Otros dicen que retener los gritos impiden que los músculos se relajen. Algunos recomiendan cantar. 
Los gritos, la emisión de aire y la energía creada puede ser devastadora. El grito es fundamental en las artes marciales: el kiai, se genera concentrándose en el vientre no en la garganta, cuyo poder reside en desconcentrar al adversario, sorprenderlo con un sonido tan potente y desconocido rematado por golpes de puños y pies. El cuerpo humano se compone de un 70% de agua vibrando, vamos un "tonelito", . 
La expulsión del bebé del vientre materno es traumática. Empujado por las contracciones de la dilatación y la expulsión. Los minutos pasan de suaves masajes a fuertes, junto con la presión que su cuerpo siente al atravesar el canal del parto a un mundo inquietante lleno de... luces, sonidos, frío, hambre, etc. La vida intrauterina finalizó.

Los sonidos de la guerra

El sonido de los aviones no tripulados israelíes se le conoce como "Zannana"... "niño llorica". !Vaya, que curioso!
Los hombres inventaron la guerra desde la noche de los tiempos con sonidos tan naturales como los tambores. Su especial atractivo reside en producir un sonido en una "Caja de Resonancia de piel"... golpeando. Recordáis lo que os acabo de explicar de los 9 meses del bebé dentro del vientre oyendo el latido del corazón... 
El tambor tiene vibración, ritmo a una sola nota, los romanos le llamaban "tympanum" y llego a ser un símbolo de la afeminización el uso de él, por los  gallus, hombres consagrados a Cibeles. 
El tambor como caja de guerra... amplifica los gritos de la guerra, aumenta la moral y amedranta al enemigo. Las legiones romanas hacían sonar sus escudos para ahuyentar su miedo, asustando al enemigo.
El tambor, el sonido del tambor, tiene el poder de ser profundo y misterioso. Tienen el poder de hacer vibrar al ser humano preparandole para la acción. Despierta y excita. En los remeros de los barcos marcan el ritmo de la navegación. El sonido alivia la fatiga, impide que la mente piense en el cansancio y unifica los hombres como si se trataran de un solo ser, un solo cuerpo.
El tambor a lo largo de los tiempo, ha sido y es, el elemento con poderes mágicos, produce el éxtasis, el trance con su monótona repetición casi hipnótica. El tambor de la inmortalidad y de la creación. Produce una fuerza espiritual que permite pasar del mundo visible al invisible.
Otros sonidos de la guerra son el silencio por la conmoción, el dolor de los heridos, los gritos de los familiares de las víctimas, las sirenas, los bombardeos, los aviones, los helicópteros.
El ruido distante de los proyectiles de artillería y de tanques. Sonidos fuertes de las armas automáticas y el ruido supersónico de las balas de los francotiradores. Ruidos de conmoción e intimidación como los de los misiles crucero. 
El sonido más espectacular en una guerra es el silencio. Hay días que no pasa nada y se dice que la guerra es el aburrimiento intercalado con el terror.

Tengo una teoría... El destierro.

Ya que los hombres no pueden concebir hijos, papel relegado a la mujer. Busca reproducir, reinterpretar, escenificar los 9 meses de vida intrauterina. En definitiva busca introducirse en el vientre. Busca a la Madre Espiritual... a la Madre Cósmica.
El hombre asume perfectamente las bajas, las víctimas en una guerra o  catástrofes de cualquier índole. El convive con su semen. Millones de espermatozoides y 1, sólo 1 logra atravesar como si fuera un primer parto, en una esfera dentro de otra... el Ovulo. Parece sencillo de afirmar esto pero hay que ser hombre para asumir que,  "necesitan sembrar" su único bravo soldadito en cuantas mujeres estén a tiro. Están diseñados así.
Hay un estado que es imposible de asumir por hombres y mujeres que es el "destierro" del vientre materno. La sentencia es ser fugitivo errante por la tierra y de por vida. En Roma "ser desterrado" era tener prohibido "el fuego y el agua". 
Nos pasamos la vida buscando a la madre y la melodía de su corazón. Pero en esa búsqueda depende... hay personas que quieren buscar, encontrar a la madre cósmica y descargar toda su ira para destruirla por haber sido expulsados y desterrados del Paraíso de su vientre, ó... seducirla y amarla de nuevo para ser admitidos en su dulce y reconfortante interior y, sentir "el abandono" de la inquietante responsabilidad de la vida. 
Hay un escenario donde hombres y mujeres se encuentran para escenificar todas las emociones que acabo de explicar, sin detenernos en el sexo convencional... concretamente una modalidad: las sesiones de Bdsm. "Juegos sexuales pactados" dónde sádicos y masoquistas se dan la mano, tanto hombres como mujeres. Cada rol, quiere experimentar sensaciones de dolor que se activan en el cerebro como extraordinarios opiáceos. Por supuesto los roles son intercambiables. Y la idea no es darle placer al otro, ni buscar una finalidad procreativa. 
El sádico, su placer es el que deriva del sufrido masoquista. El impulso del sádico es dominar y humillar a la persona masoquista haciéndola dependiente física y psíquicamente. 
Toda escenificación requiere un atrezzo en vestidos y artilugios que refuerce los roles.
Aunque estas técnicas de satisfacción físico-psíquico-sexual se dan sublimadas cada día y con una frecuencia muy habitual, en todas aquellas empresas serias que hayan luchas de poder.
Finalizando la hipótesis de los sonidos, compartido por hombre y mujeres, diremos que la búsqueda del nacimiento a través de los sonidos de la madre, es un misterio que nos reta a buscarla toda la vida.
De modo que es comprensible que los hombres, por ejemplo, se pasen toda la vida buscando los sonidos y emociones de la madre que les parió, en todas las mujeres que se cruzan en su camino.

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