Anette Bening viene prodigándose regularmente
a raíz de una película al año. Sin embargo, para este 2018 se han anunciado
tres en la que estará presente como protagonista: Georgetown, The Seagull y Life
Itself. Ésta que comentamos ahora, Las
estrellas de cine no mueren en Liverpool, fue estrenada en el área
anglosajona en 2017 y la presencia de la Bening no es su único atractivo. También podremos ver en
acción a Vanessa Redgrave en una memorable actuación. Y a Julie Walters, a la que, recientemente, hemos
visto en la serie Indian Summers. O a Stephan Graham, que salió airoso tras
protagonizar Taboo,
Boardwalk
Empire o Little
Boy Blue, entre otras series. Así pues, no son nombres y rostros
brillantes lo que le falta a esta película.
Un actor británico recibe una llamada. Le
comunican que su amiga y ex amante, una actriz oscarizada, ha sufrido un ataque
al corazón. Ella se niega a ser atendida e ingresada en un hospital, así que el
actor (Jamie Bell) deberá llevársela a su casa en Liverpool. La experiencia
servirá para reavivar la relación que tuvieron años atrás y estudiar la
psicología de cada uno de los personajes y el por qué aquel amor no fue
posible. Cuando se conocieron ella era una diva y él un actor que empezaba a
despuntar. La diferencia de edad entre ambos, no fue un obstáculo para que
Cupido los asaeteara. Pero aquello, como todo lo humano, se presentó como
finito y ahora los protagonistas se preguntan qué les ocurrió.
No hay que engañarse: la película es una
historia de amor. Pero ocurre que hay historias de amor que caen en lo ñoño y
en el intimismo, y otras que están perfectamente realizadas y medidas y dan
valor universal a lo que, en principio, solamente era una historia entre dos
personas. Las estrellas no mueren en
Liverpool, pertenece a este segundo tipo. La psicología de los dos
protagonistas es estudiada al milímetro y el espectador puede llegar a entender
los motivos y las actitudes de ambos, tanto en los momentos de su tórrida
historia de amor, como en el presente, cuando están de vuelta de todo.
El guión está basado en las memorias del actor
Peter Turner, adaptados por Matt
Greenhalgh. El resultado es una película impecable, hecha a medida para
el lucimiento de la Bening y en la que Vanessa Redgrave también despunta y en
la que vemos a un Jamie Bell que entra en muy buena sintonía con la primera. Se
diría que el guión ha sido realizado para justificar el lucimiento de actrices maduras. Algo que, dicho sea de paso, es de agradecer y que hubieran
merecido algún galardón en la pedrea de los Oscars.
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