jueves, 2 de mayo de 2019

BCN FILM FEST 2019. La Importancia de llamarse Oscar Wilde - The Happy Prince... de Rupert Everett



Los últimos cinco años en la vida de Oscar Wilde no fueron ninguna ganga. El padre de su amante Lord Alfred Douglas, sospechando la relación con su hijo, le envió una carta dedicada a “Oscar Wilde, aquel que presume de sodomita”. Wilde contraatacó denunciando al firmante de la misiva por calumnias y defendiendo la “amoralidad” del arte, pero no pudo evitar el juicio por sodomía y la condena a dos años de trabajos forzados. 

A salir de prisión, desengañado de la sociedad inglesa y arruinado, se estableció durante unos meses en las inmediaciones de Nápoles en 1897 y luego en París, donde vivió con el nombre falso de Sebastián Melmoth. Murió en el Hôtel d’Alsace a consecuencia de una meningitis y cuando su salud estaba ya muy deteriorada. The Happy Prince trata, precisamente, de los tres últimos años en la vida de Wilde. Porque la película es un biopic del autor inglés, que ha sido traducida al castellano como La importancia de llamarse Oscar Wilde.

El guion, la dirección y el rol protagonista han correspondido a Rupert Everett que ha tardado diez años en componer esta cinta e interiorizar las circunstancias del dandy inglés. Su interpretación no es solo buena, sino excelente, su pronunciación del francés perfecta, sus modales nos dan una idea de cómo debió ser Oscar Wilde en su etapa de declive, sórdido, desmoralizador y patético. La tonalidad de la filmación es ocre, oscura y a la luz de las velas.

Wilde, recluido en el hotel, acompañado por sus amigos, interpretados Edwin Thomas y Colin Firth, decide atravesar Europa para ver a su esposa, Emily Watson y a su amante, Lord Alfred Douglas, “Bossie”, interpretado por Colin Morgan. La cinta termina siendo una lección de vida. Nos transmite que la droga más dura es la soledad impuesta. Una situación así obliga a pagar por la compañía, llámese amor, sexo, lujuria. Algo que resulta aún más patético cuando se carece de dinero.

Habitualmente, en la vida de Wilde, se recuerda solamente su alegría, sus desafíos a la sociedad victoriana, su dandismo y su desbordante humor inglés, irrespetuoso y desafiante. Esta cinta nos muestra la etapa crepuscular del escritor, en la que todo esto es solamente un recuerdo. Everett nos muestra flashes del Wilde de otro tiempo que ahora, en sus últimos tres años, ya no es más que una sombra patética de sí mismo. Con todo, el personaje, en la versión de Everett, hasta el final intenta recuperar la “alegría de vivir” con su “Encore du champagne!” pronunciado en su lecho de muerte. 

La película es superior a otras interpretaciones cinematográficas de Wilde realizadas en las últimas décadas: Oscar Wilde’s the Nightingale and the Rose (2015), animación australiana no estrenada en España y Los juicios de Oscar Wilde (1960) en el que Peter Finch, dirigido por Ken Hughes, encarna al escritor inglés.

Película para quienes deseen completar sus conocimientos sobre Oscar Wilde o estudiar la mentalidad de la sociedad victoriana y el estado moral en el que había reducido a sus disidentes.

Estuvo programada su visita a Barcelona y no pudo ser. Otra vez será Maestro.

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