domingo, 13 de enero de 2019

Border... de Alí Abbasi



Alí Abassi es un director nacido en Teherán que, en 2002, emigró a Suecia. Llegó a Suecia para estudiar Arquitectura y, una vez licenciado, se dio cuenta de que lo suyo era el cine. En 2011 obtuvo el título de director de la Escuela Nacional de Cine de Dinamarca y, de momento ha filmado un corto y dos películas. Border (frontera) se ha estrenado el pasado 11 de enero en España. Ali Abbasi vive hoy en Copenhague con su pasaporte iraní, pero reconociendo que el cine occidental ofrece mayores posibilidades que el de su país de origen. Border, atestigua de su preparación y sus ideas estéticas, así como sus influencias e intenciones.

Porque, aun reconociendo el trabajo creativo de esta película y la sorpresa que causa en el espectador, hay que ver en ella un producto del sincretismo de distintas influencias:  por una parte, parece un cuenta de hadas, del estilo de la Bella y la Bestia o de cualquier relato que discurre sobre el trasfondo de las Mil y una noches; pero, también es cierto que, por otra parte, puede ser interpretada como crítica social, sin olvidar que la totalidad de los temas míticos que integra y de los que depende en el fondo la trama, están extraídos de las mitologías nórdicas (sería bueno que el espectador, antes de acudir a la sala oscura, se documentara sobre lo que son los “trolls” para el mundo de los Eddas y de las sagas nórdicas).

¿De qué va la película? Border resulta ser un frío cuento escandinavo, de terror en la tierra de la noche eterna que incluye mensajes subliminales sobre cómo tratamos a las personas que no encajan con la definición de "normal" que llevamos con nosotros. La historia arranca con una extraña aduanera que tiene la facultad de olisquear, no solamente drogas o productos ilegales, sino también ideas pervertidas y mentes degeneradas. Tiene un rostro extraño y es extraordinariamente efectiva en su trabajo. En el curso de sus funciones como aduanera, reconoce a alguien que parece como una réplica de sí misma, por el que siente una extraordinaria atracción. Este desconocido le explicará sus orígenes e intentará unirla a su “misión”. Resulta imposible ir más allá de estas líneas para explicar el resto de la película, so pena de desvelar los elementos más interesantes de la misma. 

A pesar de que el director no tiene absolutamente nada que ver con las recientes oleadas de inmigración (Abassi, no se fue de Irán por motivos económicos, ni políticos), ni siquiera con los países de procedencia mayoritaria de la inmigración en Europa (África, Magreb y China), alguna de las alegorías sobre “los diferentes”, parecen orientadas a defender la causa de las migraciones, en otros casos, nos conduce a los lugares comunes de las ideologías de género (la sexualidad de los personajes resulta muy curiosa e incluso su alteración de los roles en relación a la paternidad).  Si algo derrocha esta película es fantasía. Podría encuadrarse dentro del “realismo mágico”, pero es mucho más y, quizás, el exceso de ambiciones de su director, es lo más criticable de la misma.  El guión es una adaptación de un libro de John Ajvide Lindquist

Porque, el problema es que la historia termina siendo un pastiche de inmigración, paternidad y sexualidad, con una confusa e inextricable mezcla de géneros, temáticas sociales y fantasías extraídas de varias mitologías. Finalmente, la impresión que se lleva el espectador es que ha visto un thriller romántico y sobrenatural que cambia constantemente de género. Hay en esta cinta, emociones y también escalofríos. La podemos situar entre un thriller, un drama y un cuento de hadas. Da la sensación de que se han unificado varios guiones cosidos con alfileres. 

Border tiene éxito como un apasionante drama, principalmente por la fuerza de sus dos actuaciones principales, ambas realizando un excelente trabajo bajo pesadas máscaras de silicona que requirieron varias horas diarias de maquillaje para aplicarse y resultar creíbles. Aparece como actriz secundaria Josefin Neldén (como Margareta), por su presencia en la serie sueca The Restaurant.

El nombre le cuadra a la película. No en vano, Border (frontera) se sitúa en “el borde” de varios géneros, mientras explora nuevos territorios dentro de los reinos del amor, la belleza y la moralidad para transmitir lo que realmente lo distingue de ser un hombre o un monstruo. En su primera parte, todo esto resulta destacable y es, precisamente, lo que proporciona a la película su potencial. Pero este potencial se va diluyendo en la segunda parte e incluso resulta decepcionante por la falta de compromiso en todos los temas y subtemas que plantea y que no terminan de estar bien resueltos. 

Es de elogiar, en especial, el maquillaje, el trabajo intensísimo de los protagonistas; la combinación entre ambos atribuye a la cinta una expresividad turbadora. La patrullera fronteriza Tina (Eva Melander) y su atracción poco convincente por el extraño Byronic Vore (Eero Milonoff). Gracias a ellos y a algunos giros del guion, la película resulta atractiva. Pero el exceso de símbolos, la sensación de duda que embarga al espectador en algunos momentos sobre la naturaleza de tal o cual alegoría, y que atenúan la calificación. El director ha dicho de la cinta que es “ligeramente surrealista” y ha elogiado el cine de Buñuel. Es peligroso: ni todo lo que se hace pasar como surrealista lo es, ni siquiera todo el cine de Buñuel era genial ni surrealista, sorprendente sí, surrealista, no tanto. El problema con el cine surrealista es que, camina siempre al filo de la navaja: a un lado está lo sublime y a otro lo ridículo. A esta película le ocurre otro tanto: a buen seguro que la palabra que define mejor esta película es “sorprendente”.

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