domingo, 22 de abril de 2018

BCN FILM FEST 2018. 7 Días de Entebbe... de José Padilha



De todos los secuestros aéreos que se han producido desde que el biplano de los hermanos Wright elevó por primera vez el vuelo en 1903, el llamado “secuestro de Entebbe” es el que ha generado más interés para la industria cinematográfica. Creíamos que el tema estaba agotado por casi media docena de películas de mejor o peor fortuna que trataron sobre este tema. Sin embargo, el director brasileño José Padilha (responsable de la serie Narcos) ha creído que existía espacio para otra reinterpretación del mismo episodio.

La cinta está basada en hechos reales. Es entretenida y bien interpretada, especialmente por Daniel Brühl y Rosamund Pike que les corresponden los papeles de terroristas de la Banda Baader-Meinhoff que, a diferencia de los miembros palestinos del comando, tienen unas personalidades perfectamente descritas. Sin embargo, lo más notable y, acaso lo que justifica esta película, es el duelo entre la cúpula israelita, en la que Isaac Rabin se enfrenta a Simon Peres, interpretados respectivamente por Lior Ashkenazi y por Eddie Marsan. Al primero lo vimos el año pasado en el Festival Internacional de Cine de Barcelona en la película Norman (2016), haciendo de ministro del Estado de Israel y es uno de los actores más populares de su país. En cuanto a Marsan, se ha convertido en un clásico de la televisión en series por su aparición en series como Ray Donovan, River o Jonathan Strange & Mister Norrell. Las disputas entre ambos mandatarios eran, quizás, lo que faltaba en otras versiones del mismo episodio y que ocupan buena parte del interés de esta.

Se sabe lo que ocurrió: a finales de mayo de 1976, un avión de Air France con casi 250 pasajeros y tripulantes a bordo fue secuestrado por un comando mixto formado por miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina y por la Fracción del Ejército Rojo (la conocida en Alemania como Banda Baader-Meinhof). El avión terminó en el aeropuerto de Entebbe, Uganda, en un momento en el que el país estaba dirigido por Idi Amin Dada. Los secuestradores exigieron la liberación de presos palestinos que se encontraban en distintos países. El secuestro se resolvió con la intervención de un comando del Ejército israelita que liberó a los rehenes, eficiente… aunque contrario a cualquier norma de derecho internacional. Todos los secuestradores, tres rehenes y cuarenta y cinco soldados ugandeses murieron y once Mig-17 de fabricación soviética resultaron destruidos en tierra. Un cuarto rehén fue asesinado por el ejército ugandés en un hospital cercano. La película nos cuenta este episodio y lo hace a través de una serie de flashbacks en los que podemos ver cómo se organizó el comando y, posteriormente, la operación “rescate”. No hay sorpresa posible: así como en Titanic, todos saben cuál va a ser el final, en 7 días de Entebbe, nadie duda que los comandos judíos atacarán el avión y liberarán a los rehenes.

Entre los pilotos franceses reconocemos a Denís Menochét que recientemente lo hemos visto en la película Custodia Compartida. Y también al actor Angel Bonanni que lo conocimos en la serie False Flag 

Que recordemos, la primera película sobre el asunto se filmó en 1976: Victoria en Entebbe, apenas una crónica idealizada de lo sucedido para mayor gloria del Estado de Israel. Siguió la tv-movie, Raid on Entebbe (1977, Brigada antisecuestro), prácticamente similar a la primera. No podía esperarse algo diferente de la película judía Mitsa Yonatan (1977, Operación Relámpago) que trata con rasgos épicos la actuación del comando judío que liberó a los rehenes. Las tres películas se filmaron en un tiempo récord y se emitieron antes de que pasara el primer aniversario de los sucesos del 4 de julio de 1976.

Es de agradecer que la película que comentamos ahora, deje atrás, estos tratamientos hagiográficos y se centre, especialmente, en que no todo fueron gloria y flowers, sino que el gobierno israelita mantuvo un pulso espectacular en su cúpula y el acompañamiento musical realza algunos momentos. Pero, a decir verdad, a pesar de estos elementos, todavía no es objetividad lo que se le pide a la cinta. De hecho, el conflicto hebreo-palestino sigue hoy como estaba hace cuarenta y tantos años cuando sucedieron los hechos de Entebbe. Hay cierto maniqueísmo y parcialidad: judíos agradables, palestinos toscos. Sobra esta parcialidad y falta algo de tensión, pero, en cualquier caso, se deja ver y resulta superior a las anteriores interpretaciones del mismo episodio que hemos reseñado antes.

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