De todos los secuestros aéreos que se han
producido desde que el biplano de los hermanos Wright elevó por primera vez el
vuelo en 1903, el llamado “secuestro de Entebbe” es el que ha generado más
interés para la industria cinematográfica. Creíamos que el tema estaba agotado
por casi media docena de películas de mejor o peor fortuna que trataron sobre
este tema. Sin embargo, el director brasileño José Padilha (responsable de la
serie Narcos)
ha creído que existía espacio para otra reinterpretación del mismo episodio.
La cinta está basada en hechos reales. Es
entretenida y bien interpretada, especialmente por Daniel Brühl y Rosamund Pike
que les corresponden los papeles de terroristas de la Banda Baader-Meinhoff
que, a diferencia de los miembros palestinos del comando, tienen unas
personalidades perfectamente descritas. Sin embargo, lo más notable y, acaso lo
que justifica esta película, es el duelo entre la cúpula israelita, en la que
Isaac Rabin se enfrenta a Simon Peres, interpretados respectivamente por Lior
Ashkenazi y por Eddie Marsan. Al primero lo vimos el año pasado en el Festival
Internacional de Cine de Barcelona en la película Norman (2016), haciendo de ministro del Estado de Israel y es uno
de los actores más populares de su país. En cuanto a Marsan, se ha convertido
en un clásico de la televisión en series por su aparición en series como Ray
Donovan, River
o Jonathan
Strange & Mister Norrell. Las disputas entre ambos mandatarios
eran, quizás, lo que faltaba en otras versiones del mismo episodio y que ocupan
buena parte del interés de esta.
Se sabe lo que ocurrió: a finales de mayo de
1976, un avión de Air France con casi 250 pasajeros y tripulantes a bordo fue
secuestrado por un comando mixto formado por miembros del Frente Popular para
la Liberación de Palestina y por la Fracción del Ejército Rojo (la conocida en
Alemania como Banda Baader-Meinhof). El avión terminó en el aeropuerto de
Entebbe, Uganda, en un momento en el que el país estaba dirigido por Idi Amin
Dada. Los secuestradores exigieron la liberación de presos palestinos que se
encontraban en distintos países. El secuestro se resolvió con la intervención
de un comando del Ejército israelita que liberó a los rehenes, eficiente… aunque
contrario a cualquier norma de derecho internacional. Todos los secuestradores,
tres rehenes y cuarenta y cinco soldados ugandeses murieron y once Mig-17 de
fabricación soviética resultaron destruidos en tierra. Un cuarto rehén fue
asesinado por el ejército ugandés en un hospital cercano. La película nos
cuenta este episodio y lo hace a través de una serie de flashbacks en los que
podemos ver cómo se organizó el comando y, posteriormente, la operación
“rescate”. No hay sorpresa posible: así como en Titanic, todos saben cuál va a ser el final, en 7 días de Entebbe, nadie duda que los
comandos judíos atacarán el avión y liberarán a los rehenes.
Entre los pilotos franceses reconocemos a Denís Menochét que recientemente lo hemos visto en la película Custodia Compartida. Y también al actor Angel Bonanni que lo conocimos en la serie False Flag
Que recordemos, la primera película sobre el
asunto se filmó en 1976: Victoria en
Entebbe, apenas una crónica idealizada de lo sucedido para mayor gloria del
Estado de Israel. Siguió la tv-movie, Raid
on Entebbe (1977, Brigada
antisecuestro), prácticamente similar a la primera. No podía esperarse algo
diferente de la película judía Mitsa
Yonatan (1977, Operación Relámpago)
que trata con rasgos épicos la actuación del comando judío que liberó a los
rehenes. Las tres películas se filmaron en un tiempo récord y se emitieron
antes de que pasara el primer aniversario de los sucesos del 4 de julio de
1976.
Es de agradecer que la película que comentamos
ahora, deje atrás, estos tratamientos hagiográficos y se centre, especialmente,
en que no todo fueron gloria y flowers, sino que el gobierno israelita mantuvo
un pulso espectacular en su cúpula y el acompañamiento musical realza algunos
momentos. Pero, a decir verdad, a pesar de estos elementos, todavía no es
objetividad lo que se le pide a la cinta. De hecho, el conflicto
hebreo-palestino sigue hoy como estaba hace cuarenta y tantos años cuando
sucedieron los hechos de Entebbe. Hay cierto maniqueísmo y parcialidad: judíos
agradables, palestinos toscos. Sobra esta parcialidad y falta algo de tensión,
pero, en cualquier caso, se deja ver y resulta superior a las anteriores
interpretaciones del mismo episodio que hemos reseñado antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario