Hay películas que deberían derivarse directamente hacia el circuito televisivo. Ésta es una de ellas. La hubiéramos visto tranquilamente en la sobremesa de cualquier fin de semana en TVE o Antena 3. No es que ese tipo de tv-movies sean malos o de menor calidad, es que, en realidad, presentan temas intrascendentes, con guiones poco elaborados y personajes apenas descritos. Lo importante en ese tipo de películas es que entretengan durante el metraje y luego se olvidan. Meros productos de ocio, efímeros por definición e intrascendentes… pero no deleznables.
La película nos muestra a un actor mediocre y de corto recorrido que un día es abandonado por su esposa. Ésta se ha fugado sin dejarle ninguna explicación y él se pregunta una y otra vez qué ha podido pasar. Poco a poco, al intentar establecer dónde se encuentra su esposa, y hablando con amigos y conocidos, empieza a entrever lo que ha ocurrido. Ella, en efecto, no apreciaba en absoluto el estilo de vida que le proporcionaba su compañero y de ahí la tocata y fuga. La mujer se ha trasladado de México a los Estados Unidos y allí va él después de vender sus escasas propiedades. Nuestro hombre se encuentra allí completamente fuera de lugar, para colmo su esposa ha emprendido otra relación, lo que no es óbice para que ambos lleguen otra vez al clímax, reconciliándose en medio de un clima de felicidad y éxtasis… Luego la historia vuelve al comienzo y es él quien termina yéndose de nuevo a México.
Como puede observarse, el argumento es bastante tópico: pareja se rompe – pareja se reencuentra – pareja vuelve a romperse… el ciclo eterno de determinadas parejas. Nada importante, nada trascendental, ni siquiera nada que no hayamos conocido de cerca o de lejos. Por eso decíamos que el lugar de esta película no es la oscuridad de la sala de proyecciones, sino el plasma.
La película está basada en la novela Ciudades Desiertas de José Agustín y parece haber sido llevada al cine para lucimiento exclusivo de Gael García Bernal y, acaso, para aprovechar su tirón de taquilla.
Vale la pena mencionar a dos muy buenos actores: Verónica Echegui y Björn Hlynur Haraldsson a los que, recientemente, hemos visto trabajar juntos y muy bien conjuntados en la serie Fortitude en la que tuvieron actuaciones muy destacadas. Se trataba de una serie “fuerte”, un típico “nordic noir” de alto voltaje que va por la segunda temporada. En esta serie, ambos actores realizaban unas actuaciones brillantes y destacaban con luz propia. Aquí sin embargo, sus papeles resultan tan secundarios que casi pasan desapercibidos y que, en cualquier caso, sus roles no han merecido apenas atención por parte del director.
Para los que conocemos los EEUU, sabemos que resulta absolutamente estúpido intentar ridiculizar en la aduana a los policías norteamericanos y mucho más a través de un comportamiento infantil e irrespetuoso que puede conducir directamente a Alcatraz o poco menos. Poca broma en las aduanas de los EEUU. Habría otros aspectos sobre los que podría haberse cebado el guionista antes de transmitir la idea de que este tipo de bromas puede hacerse a la hora de entrar en ese país y salir indemne.
Lo peor es que el papel de García Bernal –insistimos, un actor excelente- es tan absolutamente ridículo que la discriminación de la que es objeto y de la que se queja parece completamente justificada. La mayor parte de los que han visto la película, probablemente cambiarían de acera si se cruzaran con él por las calles. Hay algo peor que eso, incluso: la creación de un estereotipo mexicano, pero no formulado por racistas o supremacistas blancos, sino por un guionista de aquel país. Los giros machistas están presentes y el planteamiento que presenta la película puede reducirse a un simple “tú eres mía aunque yo sea un capullo integral”.
Así pues, a la pregunta de ¿qué diablos es esta película? Podía contestarse simplemente afirmando que se trata de una oportunidad perdida de ver a García Bernal en una nueva y brillante actuación. Como hemos dicho se trata de un “cine de aprovechamiento”: se juega con la fama ganada por un actor en películas anteriores (los tres últimos años han sido muy buenos para este actor y sólo hay que advertirle que unas cuantas películas intrascendentes como ésta y su cotización puede perder enteros.
Los guionistas utilizan el argot mexicano para evitar trabajar los diálogos. Esta técnica da resultados extremadamente convincentes en series como Club de Cuervos (que recomendamos encarecidamente) pero que aquí se quedan a medio gas). Hay momentos en los que, no solamente, se pierde el sentido del lenguaje, sino incluso de lo que se quiere decir. El personaje de la esposa es igualmente limitado y escasamente perfilado.
Todo lo anterior no implica que sea una película aburrida o simplemente deleznable: es, por el contrario una película entretenida y llevadera, no cuesta ver ni aburre. El problema es que Me estás matando Susana, recuerda a uno de esos vehículos que se atascan en la nieve o en el barro y cuyas ruedas empiezan a girar sin que esté en condiciones de salir del lugar en que se ha quedado clavado.
Película especialmente adecuada para espectadores que aspiran solamente a un mero entretenimiento y a sonrisas fáciles. Contraindicada para todos aquellos que deploren el machismo o las masacres lingüísticas. Dentro de poco, cuando la película se emita en circuitos televisivos, nos convenceremos de que ese hubiera sido, desde el principio, el canal más adecuado para comercializarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario