jueves, 10 de noviembre de 2016

Víctor Ros: “detective español”


Los franceses tuvieron su Vidoq (policía verdaderamente existente, antiguo delincuente, que fue llevado al cine por Pitof en 2001) y su Maigret, los ingleses a su Sherlock Holmes y a su miss Marple, los norteamericanos a su Jim West, a su Sam Spade y a su Philip Marlowe y los belgas –cómo no– a su Poirot; incluso los chinos podían sentirse orgullosos de su Charlie Chan (el detective norteamericano de origen chino creado por Earl Derr Biggers y que dio lugar a dos docenas de películas en los años 30-40). Aquí en España, sin embargo, no hubo ningún nombre capaz de convertirse en “detective español” por excelencia. Cuando se intentó, los productos no fueron del todo convincentes y, para abaratar costes, se situaron en períodos modernos (Olmos y Robles [2014-2016], Los misterios de Laura [2009-2014], Mar de plástico [2015-2016], por no hablar de Los hombres de Paco [2005-2010, cuyo éxito, dicho sea de paso, todavía no hemos conseguido explicarnos). Solamente El Caso: crónica de sucesos (2015) consiguió retrasar la línea del tiempo a los años 60-70. Nada, en cualquier caso, comparable a las figuras de los investigadores internacionales citados. Debió de llegar Víctor Ros para crear un personaje equiparable a los orgullos nacionales de otros países.




El personaje del “detective español” Víctor Ros está inspirado en el ciclo de novelas escritas por Jerónimo Tristante, un profesor de biología que, a partir de 2001, escribió novelas policíacas seguramente para huir del tedio de la enseñanza. En 2008 escribió El misterio de la casa Aranda, origen de una serie protagonizada por “Víctor Ros” que, de momento, lleva cinco entregas, la última de las cuales (Víctor Ros y el gran robo el oro español) fue publicada en 2015. En todas ellas nos muestra a un policía que se mueve a finales del siglo XIX. Durante la crisis de 1898, Ros debía tener 30 años. Se sabe que nació hacia 1868 (el año en el que la “revolución de septiembre” o “la Gloriosa”, expulsó a Isabel II del trono. Vicisitudes familiares e injusticias sociales lo precipitaron hacia el mundo de la delincuencia; afortunadamente, cuando tenía 14 años, un policía, duro pero justo, lo retiró de ese submundo y al cumplir los 30 ya era un policía consumado, famoso por su eficiencia. Cuando eso ocurre, ya se ha producido “la Restauración” y un nuevo Borbón está aposentado en el Palacio Real. En el primer capítulo de la serie televisiva se cuentan las peripecias personales que llevaron a Víctor Ros a su oficio de policía. Es, como vemos, alguien que ha seguido un recorrido parecido a Vidocq: primero delincuente, luego defensor de la ley y martillo de delincuentes.

TVE tuvo la habilidad de no limitarse a emitir la serie sino que la acompañó de una especie de semi documental o making of ampliado en el que un grupo de comentaristas, historiadores, criminalistas, sociólogos y guionistas nos hablaban de aquel período histórico. Proyectados con el nombre de La España de “Víctor Ros”, la hora que seguía a la emisión de la seria suponían su mejor complemento (y un precioso factor educativo e informativo). Algo parecido se hizo luego –a la vista del éxito– con El Caso: Crónica de Sucesos. Es una buena fórmula sobre todo si lo que se pretende es que el espectador, además de ver una trama de ficción, vaya algo más lejos y tenga curiosidad por la historia. TVE se lo puede permitir (y la audiencia se lo debe exigir) en tanto que televisión pública. La combinación en la primera temporada entre el episodio y los comentarios sobre cómo era la vida en la época, los aspectos de la delincuencia y la investigación policial, compuso una fórmula que enganchó a una fracción respetable de la audiencia. En su conjunto, la idea de esta serie es buena, el material original elaborado por Tristante es notable, la construcción de los personajes centrales buena, su encaje con la historia no chirría y el conjunto resulta, finalmente, entretenido. 

En el momento de escribir estas líneas todavía se está emitiendo la segunda temporada por lo que resulta difícil determinar si la serie ha mantenido el nivel de calidad o empeorado. Lo cierto es que la sorpresa de la primera temporada ya no es la misma y que la serie no se ve apoyada por los comentarios posteriores sobre los hechos narrados. Si el mismo guión se hubiera ambientado en una comisaría de policía nacional o de los Mossos d’Esquadra de nuestros días, el resultado habría sido pobre, pero el hecho de que la trama se haya situado en los últimos años del siglo XIX y que la historia de nuestro propio país sea algo ignorado por buena parte de la población, hace que los espectadores estén pendientes de la ambientación, de los efectos de infografía y rebajen su atención de la trama que es la clásica en novelas policiacas; incluso diríamos que demasiado clásica. 


La serie alardea de ser la producción española que cuenta con mayor número de efectos especiales y de trucos de infografía (la productora ha dado la cifra de 1500 efectos digitales para las dos temporadas). No todos los efectos especiales son igualmente convincentes. En algunos casos se nota demasiado lo artificioso y la utilización de cromas descaradas. En otros, en cambio, son brillantes y creíbles. De hecho, este es el fatum de la serie: cierta irregularidad; lo más entretenido se entrecruza con lo banal, el interés sube y baja y la calidad, en algunos momentos excepcional, en otros desciende vertiginosamente. Pero, si al final, hacemos balance de lo que hemos visto, tendemos a darle entre un aprobado alto y un notable, lo cual no es poco para un producto elaborado por una televisión pública, en tiempos de crisis y recortes y, sobre todo, las décadas en las que la aniquilación de nuestro sistema educativo haya generado un desinterés casi absoluto de las nuevas generaciones por nuestro pasado. 

El grupo de actores que participan se dividen en dos: el núcleo central compuesto por los policías y sus superiores que efectúan un trabajo notable y, de otra parte, los actores periféricos, los malvados, los personajes ocasionales, las prostitutas del burdel. En este segundo grupo hay interpretaciones para todos los gustos. Aparte de Carles Francino (hijo del periodista de la SER del mismo nombre y a quien hemos visto previamente en series como Hospital Central [2000-2012]) o el culebrón de TV3 Ventdelplà [2005-2010]), seguramente el papel más notable corresponde a Juan Fernández (como “Comisario Horacio Buendía”) y, especialmente, a Tomás del Estal (como “inspector Luis Blázquez”). El primero es el actor con más recorrido que participa en la serie. Va sumando apariciones en producciones de televisión como en largometrajes. Empezó su carrera como actor de teatro, seguramente la mejor escuela para aprender el oficio. 

Si comparamos Víctor Ros con Los misterios de Laura (que seguramente es la serie policíaca española que ha tenido más eco hasta el punto de merecer una adaptación para el público norteamericano), además de las diferencias temporales, la principal divergencia es que, la primera se rodó en clave de drama policial y la segunda, mucho más distendida y familiar tenía toques de comedia. El misterio en ambas es el denominador común, pero la construcción de los personajes y de las situaciones es completamente diferente. Ambos tienen aspectos notables y demuestran que en nuestro país se pueden hacer productos televisivos dignos. Siempre hemos dicho que el género negro ha dado a la cinematografía española algunos de sus mejores momentos, incluso en la última década ha atravesado muy buenos momentos; sin embargo, en televisión no se han sabido, podido o querido hacer producciones que estuvieran a la altura de lo que nuestra propia cinematografía confeccionaba para la pantalla grande. Sólo esperamos que series como Víctor Ros o El Caso: Crónica de Sucesos, sean punto de partida. De hecho son un buen punto de partida, aunque no de llegada. Todavía hacen falta esfuerzos para confeccionar ese producto acabado, de alta calidad narrativa, capaz de convertirse en canónica y de definir al “detective español”, el equivalente a los Poirot, Holmes, Marple, Spade, Marlowe, o Chan. Por el momento Víctor Ros (como El Caso) entretiene, incluso engancha.


Al ser proyectada, la serie registró atención general y división de opiniones en las críticas. Gustará a los habituales de las series policíacas, a los que tienen curiosidad por saber cómo fue la España que vio el tránsito del siglo XIX al XX. Entretendrá a un espectro muy amplio de público, especialmente a los de cierta edad que fueron educados en el interés por la historia. Ciertamente Víctor Ros queda muy lejos de las grandes producciones de la literatura detectivesca llevada al cine… pero el haber intentado crear un “detective español” ha sido una buena idea. Se trata, simplemente, de pulirla un poco más.



FICHA:

Título original: Víctor Ros
Título en España: Víctor Ros
Temporadas: 2 (14 episodios)
Duración episodio: 70 minutos
Año: 2015-2016
Temática: Thriller
Subgénero: Policíaco siglo XIX
Actores principales: Carles Francino, Esmeralda Moya, Megan Montaner, Fernando Valverde. Helio Pedregal, Juan Fernández, Tomás de Estal, Juan Codina, Alberto Berzal, Joel Bosque, Nacho Fresneda, Lola Marcelli, Raúl Peña, Pablo Viña, Pepa Pedroche, Dabiel Holguin, Eva Martín.
Lo mejor: la recreación del ambiente madrileño finisecular.
Lo peor: algunos efectos especiales innecesarios y pobres.
Puntuación: 7

¿Cómo verlo?: Se emite en abierto por TVE y en Netflix. Puede verse online en “TVE a la carta”

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