Un coche fúnebre recorre las calles de Medellín, en él yace un joven realizador que nos cuenta la producción de su primera película y como esa ciudad violenta y conservadora acabó convirtiendo a sus protagonistas en fantasmas.
El director que trataba de hacer su primer film acaba realizando un documental con esas imágenes de archivo y poder salvar parte de lo que se grabó ya que durante su producción acabaron muriendo varios de sus protagonistas. La propuesta es inteligente ya que acaba consiguiendo lo que pretendía, hacer un film, pero con resultado irregular y que a veces incluso resulta pretencioso… como la presentación que hizo su director en el D’A donde en todo momento llevaba gafas de sol pese a ser de noche y estar en una sala de cine.
Nuestra puntuación: 5 sobre 10
© Martín Blázquez
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