La Sala Texas, propiedad del veterano Ventura Pons ha estrenado en España la película de Mirko Pincelli, The Habit of Beauty. Rodada en el Reino Unido en 2016, no se había proyectado en España. El propio director reconoció que se trataba de una película casi autobiográfica, o al menos en donde el lastre personal de su vida pasada había tenido un papel decisivo en su configuración. Aquí reside el principal problema de esta cinta como veremos.
La película nos muestra una pareja de italianos residentes en Londres que se ha separado después de que su hijo perdiera la vida en un accidente. Ella ha logrado reconstruir su vida con un nuevo compañero, mientras que él se refugia en la fotografía y da cursos en las cárceles. En uno de estos cursillos, conoce a un chico joven, condenado por haber participado en un episodio propio del ambiente en el que se movía. A medida que avanza la película, siente cada vez más simpatía por este joven al que le regala cámaras de fotografiar y con el que sigue en contacto una vez liberado hasta el punto de entregarle las llaves de su apartamento para evitar que siga en contacto con los ambientes de la delincuencia que tratan de integrarlo. Es evidente que el fotógrafo está intentando compensar con el joven la pérdida de su hijo, máxime cuando a él le han diagnosticado una enfermedad terminal. El joven, como buen alumno, saldrá adelante y demostrará tener actitudes artísticas contrariamente a lo que creían sus padres.
Hasta aquí el guión. No existen grandes sorpresas, giros inesperados, ni momentos cumbres. Y se entiende porque es la opera prima del director que, hasta ahora solamente había realizado documentales. Si tenemos en cuenta esto, veremos que es normal que no haya estado en condiciones de dirigir a los actores y que estos hayan ido por su cuenta: Vicenzo Amato, tiene experiencia suficiente como para salir airoso. Por su parte, Francesca Neri, actriz de ojos más que sugerentes, ha cometido el craso error de recauchutarse (innecesariamente) los labios. Su rostro se ha convertido en inexpresivo y ha adquirido una expresión extraña, si tiene la cara fija pero es que si empieza a gesticular, por mucho que uno se esfuerce, esos labios esculpidos a base de lingotazos de botox, no logra desaparecer. Es prometedor el actor joven Nico Mirallego, hace una interpretación muy convincente así como la inestimable interpretación de Noel Clarke.
El guión hubiera podido ser algo más elaborado y la carga de melancolía y tristeza, propia de alguna vertiente del alma italiana, habría debido atenuarse. Parece como si volver a las raíces fuera un trabajo metafísico propio de tragedia griega. Sobra algo de solemnidad pretenciosa. Obviamente, el título de la película –The habit of beauty- tiene que ver con la fotografía, así pues, con la imagen. Sin embargo, no vemos magnificencia en las imágenes.
No le faltan cualidades al director para ir progresando y adquiriendo oficio, o más bien, para transformar el oficio que tiene como documentalista, en director de películas con actores y guión. En esta primera, él mismo lo ha dicho, ha querido trabajar un tema que conoce bien: en rueda de prensa reconoció que, gracias a haberse alejado de Italia, pudo salir del circuito en el que se educó y de sus relaciones personales, que lo mantenían atrapado.
Se trata, pues, de una película muy personal, de autor, con un happy end final que no convencerá a todos (no siempre existe la esperanza de una redención para jóvenes que se sienten atrapados y tentados por caminos problemáticos o por la simple vagancia). La pregunta de por qué Ventura Pons la ha traído a Barcelona se responde por la tendencia que ha demostrado en favorecer las carreras de chicos jóvenes que, en el fondo, es el leit-motiv de The habit of Beauty.
Película recomendable para gente joven que aspira a encontrar un mentor, especialmente si se encuentran en situaciones difíciles. Película para amantes del cine intimista y de los problemas internos de personajes desesperados y depresivos.
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