A la vista de algunas series que circulan por
los streammings televisivos, cuando a uno le dicen que tal o cual película es
corea, en principio, toca madera. Si la “marcha china” es sinónimo de mala
calidad, el cine coreano parece haber sacrificado la cantidad a la calidad. Y,
sin embargo, si uno supera estas reservas mentales, puede ser que se tropiece
con algún producto de mucha calidad y particularmente bien elaborado. Tal es el
caso de Los Héroes de Gwangju, película
filmada en 2017 y presentada hoy en el BCN FILM FEST de Barcelona.
La película, según se nos cuenta, está basada
en hechos reales. En diciembre de 1979, un alto oficial del ejército de Corea
del Sur, dirigió un golpe de Estado que instauró en el poder a un gobierno
particularmente duro que se prolongó durante diez años. El nuevo
presidente-dictador del país, Doo-hwan implantó la ley marcial, cerró las
universidades y prohibió los derechos democráticos fundamentales. Se produjeron
obviamente protestas masivas y disturbios que fueron particularmente duros en
la ciudad de Gwangju en donde se sitúa la trama de esta película. Al parecer,
los disturbios en esa localidad duraron varios días y dejaron un reguero de
sangre. Durante casi una semana, la ciudad permaneció aislada, mientras el
ejército proseguía con la desarticulación de la oposición.
Es en este contexto –que hemos recordado en
sus líneas generales- es en el que se sitúa la trama de esta película. Nos
muestra a un periodista germano que presenció en vivo y en directo las masacres
que tuvieron lugar en esta ciudad, siendo ayudado por un taxista (taxi driver) de la capital coreana. La
película nos muestra la historia de este taxista, un hombre modesto y sin
complicaciones, al que solamente le interesa su trabajo y su familia. Para él,
todo lo demás –incluida la situación y los cambios políticos que en ese momento
se estaban produciendo- quedaba demasiado lejos de sus expectativas.
Inicialmente, lo que mueve al taxista a aceptar el encargo (excepcionalmente
bien remunerado) de llevar a un periodista a Gwangju es el dinero. Luego, sus
orientaciones personales van variando a la vista de lo que se encuentra en la
ciudad. La película, lo que nos está describe es un “viaje iniciático” en el
que el taxista sufre una mutación interior. Su código del honor se rompe al
implicarse en las manifestaciones
La película es excesivamente larga y quizás
hubiera podido comprimirse en hora y media, quedando fuera otra hora de
metraje. La fotografía es particularmente buena, y las imágenes de las
manifestaciones y de las cargas policiales, están muy logradas. El guión y
algunos diálogos figuran también entre lo más atractivo de esta cinta, en
especial cuando los protagonistas evidencian sus dudas.
Se cuenta que la historia es verdadera y que,
sin el concurso del taxista, el periodista alemán nunca hubiera podido
transmitir informaciones sobre lo que estaba ocurriendo en aquella ciudad.
Después, el periodista estuvo intentando contactar de nuevo con el taxista,
pero éste le había dado un nombre falso y nunca lo encontró. Falleció en 2016.
Una película particularmente bien hecha que,
simplemente, nos reconcilia con el cine coreano y que recomendamos,
especialmente a los interesados por el cine político.
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