Resulta difícil reciclar a los veteranos de guerra como dependientes de mercerías o funcionarios de correos. Quien ha vivido las batallas, ha estado expuesto al fuego enemigo y ha visto cómo quedaban despanzurrados sus compañeros, la fragilidad de la naturaleza humana ante la técnica armamentística y las situaciones sin salida, difícilmente puede reintegrarse en el honesto conformismo pequeño-burgués. Tal es la situación del protagonista de esta película, “Joe”, ex marine, veterano de las guerra coloniales desatadas por George W. Bush, perro de la guerra, que al dejar atrás los frentes, se recicla como “solucionador”. Tal es la historia que nos va a contar Lynne Ramsay, director y guionista de En realidad, nunca estuviste aquí.
La figura del “solucionador” se ha hecho habitual. En el momento en el que escribimos estas líneas, la quinta temporada de Ray Donovan, sigue cosechando éxito, en esta ocasión acompañado por Susan Sarandon en el papel de siniestra propietaria de unos estudios de Hollywood que requiere sus servicios. Y Donovan acude a resolver los problemas intrincados protagonizados por notables del mundo del cine. Esa figura existe en la sociedad norteamericana: llega allí a donde la justicia y la policía no pueden llegar o, si pueden, lo hacen con más lentitud. Lo importante es que al “solucionador” le queden principios morales. De lo contrario se convierte en un asesino que liquida a otros asesinos.
Ni “Joe” (Joaquin Phoenix), ni “Ray Donovan” (Liev Schreiber) pertenecen a este modelo. A pesar de la brutalidad y contundencia de sus iniciativas, lo cierto es que mantienen una escala de valores casi nietzscheana: no son, ni buenos ni malos, son “grandes” que se enfrentan a un mundo dominado por los “pequeños”, por mucho que muchos de estos ostenten cargos importantes. Si en el caso de “Ray Donovan” las “pequeñas comadrejas” tienen mucho que ver con el mundo del cine, “Joe” terminará enfrentándose a notables de la política y de las esferas del poder.
“Joey” se enfrenta a una trama de pederastia y abusos sexuales a menores que termina siendo protagonizada por “notables”. Lo que inicialmente es, solamente la localización y rescate de la hija de un conocido político, termina convirtiéndose en el descubrimiento de una trama de corrupción en la que participan personajes aparentemente fuera de toda sospecha. Salvando las distancias la película remite a la tarea salvadora de “Travis” (Robert de Niro) en Taxi Driver, acaso porque también él era ex marine y ex veterano de Vietnam.
Se producen escenas de violencia, derramamientos de sangre, aparición de cadáveres y escenas suficientemente explícitas como para que el guionista obvie diálogos. Lo que nos queda al finalizar los créditos y encenderse la luz de la sala de proyecciones es una película en la que lo esencial es el argumento, el sonido, la música y la fotografía. Obsérvese que distinguimos entre “sonido” y “música”. No es habitual aludir a los “ruidos” de una película, pero, si, por lo que fuera, viéramos la película sin los efectos de sonido, perdería calidad e interés. Esta cinta nos demuestra que el sonido puede desencadenar sensaciones inquietantes mucho más que las palabras.
En cuanto a la música, ha sido compuesta por Jonny Greenwood el guitarrista de Radiohead. Quizás haya que volver a escuchar trabajos como: Bodysong, Smear, Convergence, Tehellet, Overtones. Ha compuesto la banda sonora de las películas Bodysong (2003), There Will Be Blood (2007), Norwegian Wood (2010), Tenemos que hablar de Kevin (2011), The Master (2012) e Inherent Vice (2014), y también fue compositor residente de la BBC Concert Orchestra.
Quedaría hablar del papel de Joaquin Phoenix, en cada intervención mejor que en la anterior y que en esta película completa su elenco de personajes machados por la vida. Phoenix se nos muestra... como si estuviera a merced de un carpintero loco armado con un “cepillo” propio de su oficio que, sacando virutas de sus personajes, creara formas retorcidas por el dolor, con almas deformadas por los traumas que un ser humano ejerce sobre otro.
Por el momento, Phoenix ha ganado el premio al Mejor Actor en el pasado Festival de Cannes y la película se hizo con el galardón al Mejor Guión en el mismo evento. Así pues, sus méritos han sido reconocidos.
La película puede recomendarse sin fisuras. Es un thriller “especial”, no es un tipo de película habitual. A medida que va avanzando nos convencemos de que es un punto y aparte: tiene algo de otras películas, pero es radicalmente diferente a todo lo que hayamos visto. Sólo por esto, merece recomendarse.
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