viernes, 30 de septiembre de 2016

Morgan


Mi Crítica de Morgan la podéis leer en este enlace de El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/morgan-critica/

Captain Fantastic


Mi Crítica de Captain Fantastic la podéis leer en este enlace de El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/captain-fantastic-critica/

Cigüeñas


Mi Crítica de Cigüeñas la podéis leer en este enlace de El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/ciguenas-2016-critica/

Varg Veum, o el hombre que no quería ser Sam Spade o Philip Marlowe


Más que una serie televisiva, Varg Veum es un conjunto de doce largometrajes que llevan al cine al personaje creado por Gunnar Staalesen, otro de los autores suecos de novelas policíacas que han revolucionado el género desde que publicó en 1979 Su muerte, la primera de su producción protagonizada por este personaje. Porque Varg Veum es el nombre de un detective privado. Doce de estas novelas han sido llevadas al cine y proyectadas por televisión (por TV2 en nuestro país). En la gran pantalla, se estrenaron las seis primeras entregas de la serie.

Lo primero que cabría preguntarse es por qué desde principios de los años 80, una constelación de escritores nórdicos empezaron a escribir novela negra y porqué, luego, la industria cinematográfica de aquellas latitudes empezó a producir películas y series trasladando estas novelas a todos los formatos de pantalla. El género se convirtió con Stieg Larsson en fenómeno mundial y la trilogía Milleniun fue unánimemente aceptada en las salas de proyección. Por esa misma senda entraron en avalancha otros muchos autores (el sueco Henning Mankell, el islandés Arnaldur Indridason, el noruego Jo Nesbo, y así hasta superar la docena). Estos datos evidencian lo amplio de un fenómeno que ha merecido un nombre propio en la literatura de finales del siglo XX y principios el XXI: la “novela negra nórdica”, el “nórdic noir”.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Salamander, conspiración en Bélgica


Serie en doce capítulos de producción belga (en lengua flamenca), protagonizada por el “inspector Pablo Gerardi” (Filip Peeters) que debió tener antecedentes en alguno de los Tercios de Flandes a la vista de sus características: incorruptible, fanático de su misión, poco propenso al desánimo, incluso en las situaciones más adversas. Ah sí, y sexualmente hiperactivo. A partir de estos datos sobre el protagonista, se puede inferir que la serie es un thriller al que guionistas (Bavo Dhooge y Ward Huselsans) y director (Frank van Mechelen) han dado buen ritmo que permite compararla a las series policíacas más entretenidas confeccionadas en Europa.

Se equivocaría aquel que creyera que Salamander es solamente una serie de policías y ladrones. En realidad, la trama se inserta dentro de lo que podríamos llamar “subgénero conspiranoico”. Una banda de atracadores penetra en la bóveda de un pequeño banco de negocios e inversiones y abre 66 cajas, ni una más ni una menos, todas ellas marcadas previamente y pertenecientes a figuras de la economía, la política, las fuerzas armadas y la nobleza (incluida la Casa Real). Todos ellos forman una peligrosa asociación secreta –la Salamandra que da nombre a la serie- que ignora quien ha cometido el robo y que, sobre todo, no quieren dejar pistas de su existencia. El robo no es denunciado pero su eco llega al escrupuloso “inspector Gerardi” que, a partir de ese momento, toma cartas en el asunto. Seguir leyendo...

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Marseille, una ciudad con Depardieu como alcalde



Netflix estrenando la serie de TV Marseille se proponía realizar algo parecido a House of Cards, sólo que ambientado en Europa. Con sólo visionar el primer episodio descubrimos diferencias insalvables: con House of Cards, Washington es el escenario privilegiado y mucho más glamouroso de las tropelías del “presidente Francis Frank J. Underwood”, con Marsella hay un alcalde regordete y desaliñado que carece de esa fuerza, charme y savoir faire propio de un Presidente de EEUU. 

Netflix tenía bien engrasada la maquinaria para que el producto fuera de mucho interés. Estaba vendiendo bien su producto. La expectación por ver Marseille el 5 de mayo de 2016 era intensa. Después de leer la prensa durante años y saber que la ciudad de Marseille está instalada en un eterno conflicto. Por ello queríamos ver si Netflix se arriesgaba y afrontaba el reto de reflejar la realidad actual. Somos conscientes de que una serie de ficción no es un documental. En estos momentos que hacemos la reseña, en lo que va de mayo a septiembre, parece que está instalada en el limbo de las series insípidas y olvidables.

martes, 27 de septiembre de 2016

Hamarinn... para conocer la Islandia profunda



En Islandia se hacen series televisivas. Islandia se suele encuadrar entre los Países Nórdicos aunque algo descolgada. Las series nórdicas suelen tener una calidad más que aceptable (o, simplemente, ser muy buenas). Luego –en conclusión– vale la pena ver una serie islandesa, aunque solamente sea para conocer el estado de salud de aquella cinematografía. Tal fue el razonamiento que nos invadió en cuando tuvimos acceso a los cuatro capítulos de esta miniserie producida en aquella isla. Total, lo peor que nos podía pasar era que nos aburriera, pero entre que Hamarinn es breve y que siempre se puede cortar en el momento en el que apareciera el tedio, nos decidimos a verla sin saber mucho de ella.

Empecemos por decir que el Hamarinn es un volcán islandés, también conocido como Loki-Fögrufjöll o Lokahryggur. Tomen nota de esto que es el leit-motiv de la producción: Loki es el dios embaucador, mentiroso y fullero de la mitología nórdica. Se pasa la vida engañando a otros dioses y, por supuesto, a los humanos. En realidad, no existe culto a Loki, ni templos que le estuvieran dedicados, ni tuvo jamás sectarios. Es un “dios menor” o, ni siquiera eso, sino más bien un “ser mitológico”. El volcán de Loki es también conocido como Hamarinn y es el que da nombre a esta serie. Rugió por última vez en 1910, pero en 2006 y 2008 se registraron temblores en la isla que procedían de sus entrañas. 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Wallander... de Kenneth Brannagh


El reestreno de Wallander por TV2 nos da la oportunidad de comentar esta serie como ayer mismo comentamos la matriz original sueca. A la vista de las calidades de ésta, los directivos de la BBC optaron por adaptarla a la televisión nacional colocando a Kenneth Brannagh como protagonista. De ahí salieron los doce episodios de la serie, rodados entre 2008 y 2016, cada uno con una duración de 90 minutos, lo que, más que miniserie y menos que un largometraje, se aproxima al mediometraje para televisión. La serie y el protagonista han recibido varios premios británicos que fueron respondidos por otros tantos en EEUU y, en cualquier caso, contribuyeron al lanzamiento del ciclo de novelas escrito por Henning Mankell en esas áreas lingüisticas. Dado que algunos episodios se rodaron en la villa de Ystad (en donde se filmó la totalidad de la versión sueca), esta localidad del Báltico recibió un alud de visitas de turistas ingleses en los años siguientes (lo que no está claro si es un mérito o una desgracia). Dicho todo lo cual, vale la pena hablar sobre la serie y, como resulta inevitable, compararla con la versión original sueca.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Le Bureau des Legendes


Serie francesa en 20 capítulos y dos temporadas, producida y emitida por Canal +, tiene un planteamiento interesante: ¿cómo trabajan los servicios de inteligencia franceses en la actualidad? La serie nos traslada a las oficinas de la Direction Générale de la Sécurité Extérieur (DGSE), uno de cuyos departamentos es llamado Bureau des Légendes (oficina de leyendas u oficina de “falsas identidades”) dedicado a las operaciones clandestinas y a dirigir y formar agentes encubiertos. Así pues, la acción se desarrolla en el territorio francés y en países en los que Francia tiene algún interés especial (Argelia, Siria, Irán…). 
La serie es extremadamente realista y con toda seguridad ha contado con el asesoramiento de antiguos funcionarios de la DGSE, organismo realmente existente, constituido en 1982 como transformación del antiguo Servicio de Documentación Exterior y Contraespionaje (SDECE) y encuadrado dentro del Ministerio de la Defensa. Su lema es, incluso, más fantasioso que la serie: “Ad augusta per angusta” (“a la grandeza por las estrellas”). Seguir leyendo...

Wallander... Kristen Henriksson


Inspector Wallander no hay uno, sino varios. Existe la serie sueca y su adaptación inglesa en la BBC, protagonizada por Kenneth Brannagh (e incluso varios han sido los actores que han encarnado el papel protagonista en la matriz sueca). La que nos interesa ahora es la compuesta por 25 episodios de 90 minutos protagonizada por Kristen Henriksson y que se empezó a filmar el 2005. Fue emitida en España por el canal TNT (mientras que la TV2 acaba de empezar a emitir la versión inglesa). Cada episodio incluye una historia completa, aunque los destinos y las relaciones personales de sus protagonistas den cierta ilación al conjunto. 

Es una de esas series de intriga y crímenes que, desde la trilogía Milenium (2009), han hecho ganar prestigio internacional a la cinematografía nórdica, demostrando que en el Norte de Europa se hace buen cine de este género. Es lo que se ha dado en llamar “nordic noir” al que ya hemos aludido en otros comentarios. Históricamente, esta serie constituyó uno de los arranque de esta corriente y marcó la pauta para todas las demás.

sábado, 24 de septiembre de 2016

In The Flesh


Reconozco que, ni siquiera The Walking Dead (2010) hizo que me interesara por las series de zombies. Soy de la generación que empezó a ver cine con La noche de los muertos vivientes (1968) y ya tuve bastante con aquello. Sabía tempranamente de la existencia de los zombies gracias a aquella balbuciente TVE de los años cincuenta que había emitido La legión de los hombres sin alma (1932), históricamente la primera película que llevó el tema al cine. En realidad, si nos ha interesado In the Flesh es porque aporta alguna novedad al género: la condición de zombie aparece como “reversible”. Algo inédito. 

La serie, producida por la BBC entre 2013 y 2014, desde el principio se nos muestra como algo original que aspira a interesar al público que desde hace una decena de años se convirtieron en “zombiadictos”. Era inevitable que la cinematografía inglesa quisiera insistir en el éxito mundial de Walking Dead. Para hacerlo, no repite las habituales marchas de zombis tambaleantes, los estallidos de sus cabezas y las escenas del canibalismo –nunca mejor dicho– más descarnadas. Seguir leyendo...

viernes, 23 de septiembre de 2016

Club de Cuervos


De México no tienen porqué llegar necesariamente culebrones, ni productos infantiles como aquel memorable Chavo del Ocho (1971-1980) o El chapulín colorado (1972-1979) todavía inédito en España. Al igual que otras cinematografías hispanas –como la argentina, consagrada internacionalmente por su serie Cromo (2015)– el paso de los años, ha permitió formar a equipos de profesionales en condiciones de hacer series capaces de competir con los  de Hollywood. Estas modernas cinematografías hispanas están obteniendo resultados, como mínimo, tan notables como las nuevas cinematografías nórdicas y pueden competir con las teleseries norteamericanas, dando un revolcón a más de una. 

jueves, 22 de septiembre de 2016

Better Call Saul


Reconozco que cuando vi que Netflix había incluido esta serie en su catálogo no le presté mucho interés. Vi que era una serie de “abogados”. A fin de cuentas, en nuestra infancia y juventud nos saturamos de estas series, desde Perry Mason (1957-1966) hasta la insufrible Ally McBeal (1997-2002), pasando por la española Turno de oficio (1986-87, con el inolvidable Juan Luis Galiardo y el estreno televisivo de Juan Echanove que, quién lo diría, en otro tiempo fue joven), la desternillante Juzgado de Guardia (1984-1992)  y la insuperable The practice (1997-2004). En nuestro paso por la vida, no tuvimos bastante con esa extraña raza de leguleyos, y preferimos no verlos ni siquiera en televisión. Pero, al final, al ver cada día Better Call Saul! en el escaparate de Netflix, cedimos a la tentación. Total, si no gustaba, siempre existe la posibilidad de cortar y a otra cosa. Y gustó.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El hombre de las mil caras


El personaje al que alude el título es Francisco Paesa, del que se dice que fue “célebre agente de los servicios secretos españoles”, pero que, sobre todo, fue un “listo” con mano izquierda y la rara capacidad de estafar a estafadores. Un Ray Donovan spanish, un solucionador. Su nombre ha quedado ligado a dos episodios señeros del período del “felipismo”: la desarticulación de la cúpula de ETA en Sokoa (a la que le vendió dos mísiles provistos de localizador) y la apropiación de los dineros de Luis Roldán, en su tiempo gran timonel de la Guardia Civil y  saqueador incansable de su presupuesto. Y no se apropió de poco: 1.500 millones de pesetas. El teorema que nos muestra la película es que Paesa, decepcionado con los servicios que no le recompensaron como él quería su trabajo en el asunto de Sokoa, optó por apropiarse de los dineros de Roldán. Es una interpretación extraída del libro publicado por el periodista Antonio Cerdán sobre la base del cual se ha compuesto el guión.

American Odyssey, conspiranoia al cubo


Hay algo en esta serie que desde hace unos días Netflix incluye en su catálogo. Remite directamente a Homeland (2011), con un ligero cambio en el encuadre: si en Homeland –que también anda en la panoplia de Netflix– , el centro de la trama es Irak y Oriente Medio, en American Odyssey se traslada a Malí y a la penetración yihadista en el Shäel. En sus 13 episodios, se construye una trama en la que se evidencian algunas sospechas que la opinión pública mundial alberga sobre eso que se ha dado en llamar “terrorismo internacional”. La guerra civil en Siria ha redoblado las sospechas sobre la existencia de vínculos entre los servicios de inteligencia norteamericanos y el origen del ISIS, Estado Islámico (sospechas compartidas por Rusia que obligó a este país a intervenir en defensa del de El-Assad). 

martes, 20 de septiembre de 2016

Los crímenes de Fjällbacka


Hay series de aspiraciones modestas que, sin embargo, logran impactar a la audiencia. Esta es una de ellas. Su nombre sueco es poco menos que ilegible en la lengua de Cervantes, pero, a la vista de cómo lo pronuncian en la serie se pronuncia algo así como “Fielbaca”. Consta de una docena de episodios de 90 minutos cada una de los que dos fueron ideados par proyectarse en pantalla grande. Podría ser considerada como una mixtura entre Se ha escrito un crimen (aquella serie protagonizada por Angela Landsbury como “Señorita Fletcher” que lleva reponiéndose regularmente, cuando no en un canal en otro, desde 1984-1995) y series mucho más recientes como Broadchurch (2013) o Hinterland (2013) y, si se nos apura, con rastros de True Detective (2014) y Fargo (2014). 

lunes, 19 de septiembre de 2016

The Killing, o como desviarse de la serie danesa Forbrydelsen



Las cuatro temporadas de The Killing (2011-2014) producen una extraña sensación, especialmente para los que hace no tanto vimos su matriz originaria, la serie danesa Forbrydelsen (“crimen”). La serie danesa rezumaba calidad por los poros y nos pareció una propuesta original: una detective de homicidios se obsesiona con un caso y subordina su vida personal a la resolución del crimen. Todo funcionaba a las mil maravillas e incluso la serie permitía penetrar en la política danesa y ver que los concejales allí pueden ser detenidos a la mínima sospecha de que han participado en una barrabasada. Luego, cuando vimos Borgen (2010-2013) nos aproximamos un poco más al intríngulis de la política danesa. Se trata de dos series danesas antológicas y recomendables; la primera para los que amen el “nordic noir” y la segunda si desean admirar la réplica europea de House of Cards (2013-2016).

domingo, 18 de septiembre de 2016

Absuelto... Frinkjent


Frinkjent, al parecer, quiere decir Acquited en inglés y Absuelto en román paladino. Es el nombre de una serie noruega que fue en el año 2015 el mayor éxito de la historia de la televisión de aquel país. Allí, la serie despertó una gran polémica cuando una familia acomodada que había vivido una situación similar –asesinato de una hija– percibió que había demasiadas similitudes entre su caso y lo que nos cuenta esta serie. La demanda que interpuso les resultó desfavorable, pero el núcleo del guión alude verosímilmente a un caso, más o menos, real. 

Cadetes... cadetes rusos, todo por la Patria en 1944


Las series de televisión rusas no proliferan en España. El hecho de que series españolas como Farmacia de Guardia (1991-1995) hayan tenido cierto éxito en aquel país y que la, más reciente, El barco (2011-2013) haya sido filmada en versión rusa, indican que no estamos ante un país que dedique mucho tiempo a la producción propia de series. De hecho, era un género desconocido en Moscú hasta, prácticamente, 1990. Los “seriéfilos” pasaron hambre y el que los vídeos de Falcon Crest (1981-1990) corrieran bajo mano o La esclava Isaura (2004-2005) se convirtieran en un éxito clamoroso cuando se proyectó en la TV rusa, no solventó la carencia.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Deutschland–83


Quien puede matar a un niño (1976) es una de aquellas joyas con las que Chicho Ibáñez Serrador nos obsequiaba regularmente. El bueno de Chicho se apostó consigo mismo que lograría hacer una película de terror sin puertas que chirrían, noches de tormenta, monstruos de guardarropía y demás elementos grangiñolescos que suelen rodear al género. El resultado fue una película en la que las puertas siempre están abiertas, que transcurre a plena luz del día, no en Transilvania sino en una isla paradisíaca y en la que, para colmo, los monstruos, son niños angelicales que no han llegado apenas a la adolescencia. 

Pues bien, esto tiene mucho que ver con Deutschland–83, una serie que nos ha sorprendido positivamente en todos los aspectos. ¿Puede haber una serie de espionaje sin los elementos clásicos del género? Deutschland–83 nos dice que sí: no veréis hombres siniestros de rostro cubierto con las solapas del abrigo y el sombrero encajado entre las sienes, no habrá brumas que envuelvan el puente en el que se desarrolla la trama, tampoco lujosas oficinas con megapantallas que reproduzcan imágenes en directo recibidas vía satélite, ni siquiera sofisticadas mujeres fatales o agentes apuestos y viriles a mansalva, sin todo lo cual, una película espías no lo es tanto. Y, sin embargo, es una de las mejores series de espías que hayamos visto. De espías realmente existentes.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Mar de Plástico, ¿nada nuevo bajo el Sol?


Nos gustan las grandes series de los últimos años, Fargo, True Detective, El Puente (en su versión americana y danesa), Borgen, Lillyhammer, House of Cards, Hinterland, Broadchurch, The Fall, River, la argentina Cromo, y tantas otras, que, en mayor o menor medida, pertenecen al género negro y a las tramas de intriga. Algunas, incluso, nos han emocionado. Se trata de productos perfectos susceptibles de gustar a un amplísimo espectro de público, series inteligentes, bien perfiladas en su guión, en su fotografía, en su dramatización, realizadas con presupuestos muy diversos. 

Y nos preguntamos ¿tanto les cuesta a los guionistas españoles aprender de estas series? ¿es tan difícil tomarlas como modelo con la ambición, sino de superarlas, si  al menos de elaborar un producto competitivo y digno? ¿Por qué no se hacen series cómo éstas en nuestros país? Ciertamente la capacidad de Hollywood es desmesurada, pero no así la de las filmografías danesa, sueca o noruega que están haciendo verdaderas maravillas y en comparación a las que el volumen de nuestra industria del cine es superior, mucho más si tenemos en cuenta que el ámbito hispano tiene un público natural de 450 millones de castellanoparlantes… No hay, pues, excusa para que las productores españolas y nuestras cadenas de televisión no logren, ni por asomo, algo parecido. 

martes, 13 de septiembre de 2016

Olmos y Robles... una serie trillada hasta lo insípido


El lunes 12 de septiembre se estrenaron las segundas temporadas de dos series españolas cuyas primeras temporadas podemos calificar como catastrófica una (Mar de plástico) y floja la otra (Olmos y Robles). La primera resulta imposible sacarla de su atonía por mucho que Rodolfo Sancho se esforzara: el guión era malo, los diálogos impresentables, la trama reiterativa, inverosímil y aburrida y los clímax tan ausentes como la honestidad entre la clase política. Así que si había que ver una de ellas, preferimos ver la que, simplemente, era manifiestamente mejorable; esto es, aquella sumida en un hoyo menos profundo. Por eso nos decantamos por Olmos y Robles. Además, en la última temporada Televisión Española produjo algunas series interesantes –Los casos de El Caso, Acacias 38, Carlos, Rey Emperador–, así que era probable que los directivos de la casa hubieran espoleado a la productora 100 Balas para mejorar algo que en su primera temporada fue, simplemente, mediocre. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

Into The Badlands


Hay series bien hechas pero que aportan menos que un cerebro de mosquito al mundo de la filosofía. Es el caso de Into the Badlands que es como Juego de Tronos, pero ambientado en otra época igualmente improbable. Casi estamos tentados de cortar aquí la crítica porque, a partir de esta idea, el que quiera valorar esta serie ya sabe a qué atenerse y conoce nuestra opinión. No es que la serie sea mala, esté mal hecha,  pobremente interpretada o simplemente mal armada: es que es algo que ya hemos visto en demasiados ocasiones anteriores. Y no basta introducir algunas coreografías nuevas en peleas a espada como para que se nos pueda disipar esa sensación de déjà vu que nos invadió desde las primeras escenas de Into the Badlands. Por otra parte, hay que reconocer que la serie solamente brilla con luz propia solamente en las escenas de acción que, por otra parte, no muestran nada más que los mismos efectos especiales de Matrix, sólo que mejorados (y que han pasado casi 20 años desde que se estrenó la primera entrega de esta saga, ¿cómo diablos no iban a mejorar estas técnicas?). Unos estarán más predispuestos a condenar la serie al ostracismo y otros, en cambio, a partir de lo dicho, se interesarán por ella. Es lo que tiene la TV en 2016, que uno puede ver o rechazar aquello que más sintoniza con sus gustos personales.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Penny Dreadful, síntesis del terror victoriano a un penique



En los años 60, cuando los mitos del terror victoriano ya habían sido llevados varias veces al cine y estaban siendo remakeados de continuo por la Hammer y la cosa parecía no dar más de sí, a alguien se le ocurrió introducir a dos monstruos con personalidad propia en la misma película y ver qué resultado daban. Así nacieron  Drácula contra Frankenstein (1972), el Doctor Jeckyl contra el Hombre Lobo (1972), Dr. Jekyll y el Hombre Lobo (1971), Los monstruos del terror (1970, perpetrada por Paul Naschy y en la que un extraterreste resucitaba de una tacada a Drácula, el Hombre Lobo, la momia y el monstruo de Frankenstein, por citar unos ejemplos), o bien se produjo una mixtura de géneros que dio como productos más curiosos a Batman contra Drácula (2005) o las mexicanas Santo y Blue Demn contra Drácula y el Hombre Lobo (1972) y Chabelo y Pepito contra los monstruos (1973), sin olvidarnos aquella inenarrable pieza que fue Jesse James contra la hija de Frankenstein (1966), madre, además, de todo esto que podemos llamar en rigor “productos de síntesis”. 

sábado, 10 de septiembre de 2016

The Booth at The End: pedir y se os dará…


Hay series innovadoras y minimalistas que impactan desde el primer episodio. Son misteriosas pero no son series de misterio, tienen un valor moral a pesar de que el planteamiento puede parecer inmoral. Y lo más contradictorio de todo: son de bajo presupuesto y de buen rendimiento económico. Funcionan. Así es The booth at the End que quiere decir literalmente algo así como “en la cabina del final” (o en la mesa del fondo).

Lo esencial de la trama discurre en el interior de un “dinner bar”, uno de esos establecimientos típicos de los EEUU en los que te sirven comida de batalla (muchas calorías y colesterol en dosis letales)  y ese aguachirri imbebible que allí se llama “café”. Un tipo maduro, gris, como tantos otros, está sentado en “la mesa del fondo” y a él acude todo tipo de personas pidiéndole hacer realidad sus sueños, deseos y/o necesidades. Él les cuenta las reglas del juego –nadie da nunca algo gratis y siempre hay que pagar un peaje y plegarse a unas normas para recibir lo que se ansía– y son libres de aceptar o rechazar las condiciones. Tienen que hacer algo a cambio para que el deseo se realice. Si lo aceptan, tendrán su sueño. Si no, a otra cosa y tan amigos. Tal es el planteamiento de partida. A partir de aquí, la serie hubiera podido ser una cursilada ingenuo-felizota o bien una obra pequeña obra maestra. Y fue lo segundo.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Mammon


Quizás en los países latinos y concretamente en España, tierra de ironías sin fin, retranca a tutiplé y especializado en sacar punta a todo, hubiera sido mejor cambiar el nombre de esta serie por algo que sugiriera más gravedad. Las resonancias que tiene Mammon en la lengua de Cervantes sugieren a alguien “que todavía mama”, esto es, a un aprovechado de pocos escrúpulos y mucho rostro que aspira a los máximos beneficios con el mínimo esfuerzo y a despecho de cualquier consideración moral. Sin embargo, el Mammon al que se refiere esta serie es el dios de la codicia. Lo dice el evangelio de Mateo, “No podéis servir a Dios y a Mammón” y lo acaba de repetir no hace mucho Bergoglio haciéndolo comprensible a la ignorancia del siglo XXI: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Aclarado el aspecto chusco del título en su acepción carpetovetónica, digamos algo sobre esta pequeña serie en sí misma.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Suburra... lo peor de Roma, desde Augusto a Berlusconi


 Suburra intenta ser un film político de denuncia pero se queda a medio camino y se convierte en una de esas películas ambiciosas que, de tanto en tanto, produce el cine italiano, que se aproximan pero a las que les falta algo para poder ser consideradas como “denuncias políticas”. Quizás el ser demasiado explícitas.  Está ambientada en los días que precedieron a la caída del gobierno Berlusconi en 2011. En los años 70 y aparecieron películas como Suburra (La polizia ringrazia [1973], y sus secuelas, Milán tiembla, la policía pide justicia [1973], Il poliziotto è marció [1974]). Este tipo de cine pretendía seguir por la senda de Costa Gavras (Estado de sitio [1973], La confesión [1971], o Z [1969]), pero tiene un problema: no todos los directores ni guionistas, son Costa Gavras y, por lo demás, este director dio a luz thrillers políticos brillantes y alguna que otra memez. Cuando se aborda el “cine comprometido” uno tiene que estar seguro de que el guión va a estar a la altura. Y aquí se queda a pocos metros.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Crimen en el Paraiso... Death in the Paradise



Ambientada en un Estado caribeño desconocido, Saint-Marie, es una serie apta para amantes de las películas de detectives de toda la vida, un género que no cambia y al que lo único que se le exige es que mantenga la intriga hasta el final. Los que disfrutaron con las series de Sherlock Holmes o de Poirot, con los Pequeños casos de Agatha Christie, Missis Marple, basadas en una aplastante lógica en la resolución del crimen y en un concienzudo estudio de los personajes, sabrán apreciar esta serie que incluye también frecuentes toques de comedia.

Lo más original de esta serie es, sin duda, su localización: el Reino Unido ya no es el escenario de los asesinatos, sino una isla caribeña. La serie es de factura franco-británica y está rodada en la isla de Guadalupe, “región ultraperiférica de la UE” bajo bandera francesa. Hubiera sido de agradecer alguna referencia hispana (a fin de cuentas, Guadalupe fue descubierta por Colón), pero eso sería recordar que los franceses de la apropiaron en el siglo XVII y que los ingleses enviaron al pirata Francis Drake para otro tanto. 

martes, 6 de septiembre de 2016

OutCast. Exorcismos en el “Cinturón de la Biblia”



Se llama “cinturón de la Biblia” (Bible belt) a una extensa zona de los EEUU que, más o menos, coincide con la antigua Confederación; abarca una cuarta parte del territorio norteamericano. Allí quien gobierna es la Biblia tanto o más que la Constitución. Si no crees en la Biblia, ni eres capaz de citar algún versículo, lo tienes mal. Incluso si cometes el desliz de declararte ateo, en siete Estados, no podrás ser funcionario. Estarás excluido de todo lo público y casi todo el público te excluirá. Aquella es la tierra de las iglesias baptistas: para ellas la Biblia es la única “palabra de Dios”; lo que se dice en ella no es símbolo ni alegoría, sino realidad histórica, no hay, pues, “biología evolutiva”, niegan el calentamiento global, verdad revelada que debe enseñarse –tal como aprobó la Asamblea General de Tennessee en 2011– junto al “creacionismo” (Sólo Dios creó el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos). Sirva todo esto para situar el marco en el que se desarrolla la trama de Outcast, el pueblo de Rome, en el Estado de Virginia, médula del núcleo del profundo Sur, en pleno “cinturón de la Biblia”.

sábado, 3 de septiembre de 2016

El Elegido... Ramón Mercader el asesino de Trotsky


Vamos a ver como lo cuento para evitar malentendidos: en esta película el espectador encontrará lo mejor y lo peor. ¿Lo mejor? El casting. ¿Lo peor? Un guión que no aporta nada nuevo a un tema ya conocido: va Mercader con un piolet y se lo clava en el cráneo de Trotsky como quien abre un huevo pasado por agua. A partir de aquí podemos realizar algunas reflexiones tanto sobre la película en sí como sobre esa manía de realizar remakes que aportan poco o nada.

jueves, 1 de septiembre de 2016

11.22.63... “versión oficial” frente a “conspiranoia”


 En 2012 Stephen King publicó una novela sobre un viaje en el tiempo en el que astutos productores de Hollywood vieron la enésima posibilidad de convertir un bestseller de este autor en éxito televisivo. Cuatro años después, el 15 de febrero de 2016, la cadena norteamericana Hulu, retransmitía el primer episodio de esta serie producida al alimón por la Warner Bros y la BRP. En sus diez episodios se reproducen con bastante fidelidad los mensajes que quiso transmitir Stephen King. El primero de todos ellos: “El pasado se resiste a ser cambiado”. El segundo: “Lee Harvey Oswald mató a Kennedy”. Así pues –y esto quizás sea lo más importante de la novela y lo que a algunos espectadores poco interesados por la historia les puede pasar desapercibido– Stephen King nos está diciendo que no hubo conspiración para matar a Kennedy y el crimen fue la obra de un “loco solitario”, para colmo, consumado borderline. En cierto sentido, 11.22.63 es la respuesta “oficialista” al JFK (1991) “conspiranoico” de Oliver Stone.