viernes, 6 de septiembre de 2013

Bailando con peces...

Bailando con peces

Estoy quieta en la superficie del mar y miro otro mundo...

El sonido de mi respiración subiendo por mi tubo, como un ascensor de cristal de un hotel de tropecientas estrellas, es el único sonido de mi cuerpo, mientras me deslizo con mis manos y piernas. 

Cuanto más esté quieta en un sitio, como si esperara el autobús, más se acercan los peces a mi cara.

A ver, no son vistosos, llenos de colores como en el Caribe... no son de tamaños espectaculares como en esos mares inexplorados... pero son mis peces que veo cada mañana.

Ayer el agua estaba turbia y algo sucia. La hora del Sol era cuando las gaviotas aparecen en la orilla dispuestas a ir al supermercado, tarde, algo tarde.

Avanzaba hasta mi meta, unas poyas flotando, !hay perdón¡ unas boyas flotando en el límite humano de la frontera con los barcos.

Apenas el mar era una niebla que no te deja ver. Avanzas, aunque estés quieta, volando en el agua mirando el suelo marino... si, veo peces pequeños del color de la arena, camuflados entre el monocolor de las piedras. Levanto la mirada hacia ese horizonte tan espeso, tan espeso como cuando se pone en un té una nube de leche, y de pronto... abro los ojos subiendo las cejas, dilato mis pupilas y de pronto... un banco de miles de peces del tamaño de una cuchara de café aparecen a toda leche, a toda pastilla, a toda velocidad creando una espectacular división delante de mi. Parecían ciclistas del Tour de France llegando a una rotonda y... no es que yo esté a ese nivel estético. Una maravilla...!!

Los peces están espectaculares a la orilla de la playa, le brillan los ojos, las escamas, sus cuerpos son transparentes y el Sol dibuja una red luminosa jugando a atraparlos. Es un baile de cuadrados de luz perfecta, como la que utilizan los artesanos japoneses. El agua, una gran lupa.  Están dispuestos en una ondulante serpiente y son mecidos suavemente por las olas, antes de que éstas se estrellen en la orilla, como si estuvieran en un columpio invisible.

La fuerza del mar, la fuerza del agua, te invita a la resistencia, a la lucha, a decirte !voy a lograr poner un pie en la arena! para salir del agua, levantarme y caminar. 

!Que fuerte! la Fuerza está en algo que no puedo atrapar con las manos. 

P.d.: El dibu es mío, casi de bebé, y el prota es mi apaño con derecho a roce. Jejejej